miércoles, diciembre 02, 2015

Dragón de mar

Esta entrada se publicó originalmente aquí
acompañando un modelo de origami.  
Se publica de nuevo, ahora sin imágenes y con algunas 
correcciones de estilo, 
para comodidad de quienes sólo buscan 
las palabras de este blog.


Creen quienes viven a la orilla de aquella playa, y en eso no se equivocan, que los caballitos de mar son en realidad sutiles pieles que envuelven en su interior infinitas cantidades de agua dulce.


No es, eso es seguro, un agua cualquiera. Cuentan que el primer caballo de mar en realidad era una yegua proveniente de la tierra. No bastaban para ella las praderas ni las llanuras, en tierra el sol siempre la quemaba, secando sus ideas y sus sueños de galope.

Decían los ancianos sabios que aquella yegua había contraído la enfermedad de la sed. No bastaba el agua de quebradas o ríos, su sed era siempre eterna. Así que galopó hasta el mar donde esperaba saciar su sed tranquila.

Era natural que con el paso del tiempo se volviera de agua, y cambiara las praderas terrestres por verdes campos submarinos, sus cascos por aletas, y su soledad de tierra por la compañía fértil del dulce mar.

Lo que no saben los ancianos es que bajo el agua, aquella yegua de mar se enamoró. No resultaba fácil aquel amor, sin duda diferente. Con sus relinchos de caballo amaba un árbol en el borde del acantilado, cuyas raíces en el mar bebían. A veces aquel árbol estiraba sus raíces y trataba de meterse en ella, dulce como era. Otras, era ella quien esperaba que las ramas tocaran el agua y entonces se amarraba a cada hoja como aquellos que desesperadamente aman suelen hacerlo.

Aquel amor tan grande fue que con el paso de los años aquel árbol se fue encogiendo, hasta tal punto que un día aquella yegua marina lo metió dentro de sí, tan profundo que desde entonces yegua de mar y árbol son uno sólo. Desde aquel día se esconden juntos en el mar profundo, uno en otro, a la espera de nuevos tiempos en los que aquel amor de agua dulce de a la luz una nueva raza de dragones de mar.

lunes, noviembre 30, 2015

Diagama: Cobra


En el año 2012 y como excusa para un pequeño cuento creé este modelo. Una cobra, simple, que me resultaba interesante.

Para dicho modelo realicé los diagramas, pero los mismos nunca fueron publicados en ningún lugar. Hace unos días al volver a postear el cuento me puse a revisar algunos viejos archivos donde, maravillosamente, aparecieron aquellos dibujos. Los comparto ahora para darles una segunda vida.

Espero los disfruten.

Descargar aquí

miércoles, noviembre 25, 2015

La Celestina


Desde que comencé a escribir, mis historias han estado siempre llenas de escenas de amor. No importa si se trata de cuentos, de poemas o de penas, el amor ha estado siempre presente recorriendo los diversos espacios de la casa y de la vida. Tengo decenas de historias que ocurren en la cama o en la alcoba, escenas en la cocina en frente del fogón, escenas en la mesa o por lo menos en torno a ella. Incluso creo recordar algún doloroso amor ocurrido en el baño, puerta de por medio, mientras que otro glorioso como el que más pasaba dentro de la ducha.

Tengo, en resumen, palabras y sudores regados por toda la casa, excepción notoria del patio de ropas. Nunca he sabido el motivo de aquella ausencia. A pesar de mis intentos permanece virginal aquel lugar.

La culpa, sospecho, la tiene la lavadora. No se si lo mismo ocurra en cada casa, pero en esta sé de cierto que tengo por encargada mecánica del lavado de la ropa a una completa celestina. Lo notan pronto las prendas que allí se meten, que giro a giro se van abrazando con locura. Nunca falta una manga de camisa enredada en torno a un pantalón, un suéter que se envuelve a alguna falda, un par de medias amarradas salvajemente a cualquier otra prenda de ropa interior.Aquellos abrazos bien sé que no pueden ser accidentales. Mis intentos de separar las prendas dan prueba fiel de aquello. Mientras más tratan mis brazos de soltar aquellos nudos, más se aprietan fibra a fibra.

O tal vez, más que celestina, actúa aquella lavadora como trotaconventos de amores imposibles. Lo saben mis medias que con frecuencia entran como pareja para salir, luego, sólo una. Imagino aquella lavadora diciéndole a la esperanzada pareja que sólo una de las dos podrá escapar después de aquello. Y las medias, discutiendo cuál de las dos debe salvarse, cual terminará como trapo viejo o tal vez títere infantil. Tristes y medias ahora, terminarán su vida solas pensando quizás la una en la otra.

O quizás su historia sea la de alguna de aquellas meretrices de los bajos mundos. Organizadora de húmedos encuentros, de amarres entre dos y tres a un mismo tiempo, entre cinco o seis a cual más deseoso de contacto. Eso podría explicar porque se resisten manchas de sudor en el cuello y en los puños de las camisas, que a fin de cuentas no ha de ser sudor mío sino de las propias prendas que no tienen ni en su lavado un minuto de descanso.

Meretriz, trotaconventos o celestina, dejo confesar admiro profundamente la permanente lucha de aquella lavadora por la igualdad de género. A fin de cuentas parece que ella lo único que le importa es que dichas prendas se amen.

Dije, palabras atrás, que la ausencia de historias en el patio me resultaba un misterio. Que tonto he sido al pensar aquello. Ahora tengo claro que no puedo más que darle gracias a aquella lavadora que de amores ha llenado también aquel vacío espacio de la casa.

miércoles, noviembre 18, 2015

Diagrama Colibrí Enamorado

Bien sabido es por los lectores frecuentes de este blog que poco comparto diagramas pues, en realidad pocos diagramas suelo hacer. Pues bien, para los 10 años de Origami Brasilia me solicitaron una colaboración con un diagrama. El cariño profundo que tengo por los amigos de Brasil que me invitaron a su convención hace años ya, me sentó en la mesa de dibujo donde diagramé este colibrí, un modelo con varios años encima pero que muy pocas personas conocen. De hecho, nunca he tomado una foto del mismo en limpio así que el mundo primero verá las versiones de los demás que la mía propia.


Los diagramas los hago públicos ahora y pueden descargarlos aquí. Espero los disfruten.


Diagramas disponibles aquí

martes, noviembre 17, 2015

Colibrí

Esta entrada se publicó originalmente aquí
acompañando un modelo de origami.  
Se publica de nuevo, ahora sin imágenes y con algunas 
correcciones de estilo, 
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las palabras de este blog.



Canta el colibrí cuando ve la flor enamorada,
y al acercársele la arrulla para cuidar su sueño. 

Murmura palabras que suben por su tallo, 
y hermosamente la flor se deja ir. 

Y mientras duerme, piensa aquella ave... 

"Duerme desnuda mi amada, 
y sus poros se abren uno a uno para saciar mi sed. 
De sus flores dulce nectar tornasol 
que gota a gota tiñe de color mis plumas. 
Dormida a veces habla. 
Cuenta sus desvarios con cada pétalo de su cuerpo. 
Su cáliz, como boca, espera el beso que la toma" 

Despierta después la flor, y amarra al colibrí a su aroma. 
Por siempre en ella ha de beber.

miércoles, noviembre 11, 2015

Caballitos de mar

Esta entrada se publicó originalmente aquí
acompañando un modelo de origami.  
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Decía mi abuelo que antes existían tiempos más simples. Eran tiempos en los que cada cual hacía lo que a bien quería hacer. Había quien subía al cielo cada noche y pegaba en el estrellas; trabajo de nunca acabar sobra decir pues justo al culminar la jornada alguno más llegaba pintando el cielo entero de color azul. Otros se dedicaban a colorear las hojas de los árboles, según la estación que otros más quisieran en los prados dibujar.

En esos tiempos, según cuenta, el mar era una mujer inmensa y dulce. Bastaba estar a su lado para que el vaivén bajo su cintura vientos de huracanes atrajera. Llamados por la tormenta, los marinos se perdían a si mismos. Era lógico;  tanta agua tenía aquel mar que ahogaba los pesares, dejando sólo recuerdos de humedad.

Aquella mujer solo una vez se había enamorado. Fue, según cuenta, de un hombre pequeño y dulce que siete días tardaba en recorrerla y 78 noches empleaba en amarla. Ningún empleo tenía aquel hombre, más que el de sacarle cada noche brillo al rostro de la luna. A pesar de su pobreza, de él se enamoró aquella mujer cuando para conquistarla le regaló siete caballos libres a quienes apenas enseñaba a galopar

Entonces dios se cansó de tanto desorden, y se tomó unos días para separar los cielos de la tierra, la luz de la oscuridad y todo aquello que los domingos en misa suelen contar. Lo que no cuentan es que aquel hombre se quedó atrapado en la luna sin poder de nuevo bajar.

Hasta su regreso ella ha cambiado lo dulce por lo amargo y aquel movimiento se ha convertido ahora en un simple mecer que en las olas se reconoce. Y sin embargo, aún a veces se sonríe, cuando en medio de la luna llena el galope de los caballos recorren sus piernas acariciándola de abajo a arriba, revolcándole con su paso los recuerdos del amar.