Me escribe mi madre:
» Voy al parque. ¿Se te ofrece algo?
+ Panela, si es posible, le respondo yo.
» ¿Molida o sencilla?
+ Sencilla. Que no tenga muchas pretensiones. Que sea dulce y se cuide un poco. Que no traté de hacerse blanqueamientos innecesarios, pero en lo posible que no sea negra de tanto tostarse bajo el calor. Que no esté hecha polvo por el cansancio, ni sea tan grande que quepan cuatro dentro de ella. Que sea humilde y sepa que la humildad es motivo de orgullo. Generosa y segura de lo que es, pero dispuesta a mezclarse y aportar a otros.
Sencillita, así sin más.
» Sencilla, dice mi madre.
Y ya no decimos nada más.