martes, agosto 01, 2006

La triste alegría

Suele existir un asunto extraño en nuestra cultura. Pensamos en opuestos: Blanco es blanco. Su antónimo es el Negro. Negro es negro. Cada vez con más frecuencia nos olvidamos de pensar en aquellos opuestos que son complementarios, aquellos que no existen solos, que no son salvo cuando están el uno y el otro. Como los del Yin Yang, el masculino y el femenino, como los de estas célebres máscaras: Tragedia y comedia, alegría y tristeza...

Este es un tema que, por muchas razones me es especialmente cercano. Por un lado, estudié teatro mucho tiempo, y por el otro, siento que gran parte de la vida se ha movido así, entre la alegría y la tristeza. No deja de ser hermoso, o mejor, alegre, saber que a miles de kilómetros del mundo alguien siente lo mismo: que su vida pasa entre la alegría y la tristeza. No deja de ser triste saber que en últimas, como humanos, nos pasamos la vida, sin reconocer que lo único que hacemos es mecernos, como un viejo péndulo entre la sonrisa y el sollozo.

Risa y llanto. Dolor y alivio. A fin de cuentas la vida se pasa haciendo eso: regalándonos cual Pandora tristes alegrías e, incluso, alegres tristezas. En parte, una de las lejanías del origami con el arte es la falta de expresión de la emoción en el motivo artístico, tema del que me he cansado ya de hablar en este blog, y que, afortunadamente, empieza a mostrar excepciones con diversos autores de los que, aunque no me canso de hablar, no diré nada en este blog.

Ayer, precisamente, estuve recordando este tema. Regresé al escenario como espectador, cosa que hace algunos años no hacía, a ver contar cuentos. Contar historias. Decir memorias. Encontré tres espectáculos que me llevaron de la risa al llanto, aunque creo que nadie más que yo lo supo. Hablaban de llorar las historias que contaban, pero el público solo entendía reír. En últimas creo que es un problema que causó el hecho de que contar cuentos se volviera moda: El espectador solo busca reír, no pensar. No pido por un arte de la razón, porque harto me gusta el de la emoción: Pido por entender que necesitamos comprender que la risa no es la única emoción. Y, probablemente en términos del papel está pasando algo similar: El público esta pidiendo un arte de la razón (de la técnica y el realismo) y cuando se atreve a presentársele un arte de la emoción no sabe como responder.


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Conozco en origami solo un modelo que representa este tema, una pieza hermosa de Akira Yoshizawa publicada por el grupo Riglos en “El libro de las máscaras de papel plegado”. Existe otro modelo, aunque confieso que nunca lo he plegado de Neal Elías. Sea este entonces un tercer modelo sobre el tema: No pretendo que cause risa… tampoco llanto. Pero si una sonrisa le genera a aquel lector que se atreve a ver, si alguna lágrima o algún recuerdo antiguo viene a su memoria, sabe bien que puede escribir un par de líneas bajo esta…

“Nuestra generación no ha sufrido una gran guerra. Tampoco una gran depresión. Nuestra depresión son nuestras vidas. Nuestra guerra es espiritual.”