viernes, julio 01, 2016

Falta


Últimamente me faltan las palabras.
Se hayan perdidas, 
extraviadas en alguna lejana habitación de la memoria.
Las busco, lo juro, 
con el mismo desasosiego con el cual el sediento busca el agua 
o el solitario busca compañía. 
No logro encontrarlas.
Las busco en las palabras de otros, 
en libros que nunca he abierto, 
en libros que ya leí. 
Las busco en ojos ajenos, 
en miradas que se cruzan en la calle, 
en el reflejo que me mira colgado en la pared. 
Me faltan, y su falta me tortura.

Hay días en los que creo se agolparán todas en los dedos, 
listas a salir como si de una cascada de letras se tratara. 
Quizás estaban adentro, 
semillas de un árbol que de frutos estará repleto. 
Pero las pocas que al fin salen, tímidas, 
se enredan en mis dedos, 
palabras de hilo que se anudan frente a mi. 
Quizás salgan por la garganta, pienso, 
pero entonces todo se vuelve torpeza de palabras atropelladas, 
y luego silencio, 
y luego ahogo.

Quizás sea algún castigo divino. 
El precio que me cobran rencorosos dioses por los pecados que cometí 
o quizás por aquellos que nunca me atreví a concretar. 
Quizás sea más poético el castigo 
y sea mi condena la de un Babel moderno, 
tratando de hablar en un idioma que nadie más conoce. 
Tal vez me gasté ya todas mis palabras, 
tal vez ya nada me queda por decir.

Tal vez de musas ausentes lentamente la vida me rodea. 
O tal vez, no lo quiera el destino, 
haya llegado a la vida el tiempo del silencio.

Se han ido las palabras y queda todo lleno de desierto.
Mientras vuelven, que de música sea mi consuelo.