domingo, diciembre 31, 2006

JANO - JANUS

Hace un par de años pude aprender, por tercera persona, cómo son plegados algunos de los impresionantes rostros de Joisel. La figura se crea a partir de la superposición de líneas que después permitirán la cavidad ocular y los ojos. Ese punto presenta el entrecejo, el punto donde nace la nariz. Esos rostros son hermosos, pero grotescos, con una propuesta estética que impresiona, pero que está lejos de ser realista. Cada línea toma significado en la medida en que se consiguen rostros con, digámoslo de alguna manera, “carácter”. No lo supe de primera voz, pero es claro que belleza y fealdad pueden convivir sin dejar de dar como resultado algo hermoso.
Hace unas semanas pude aprender, de viva voz, cómo son plegados algunos de los impresionantes rostros de Saadya. Es fascinante observar cómo se soluciona el problema de la creación a partir de un solo punto, lo cual permite un rostro “limpio” en el que los pliegues más importantes son los que resultan entre la nariz y la boca. Aunque Saadya no dijo nada sobre ese pliegue, recordé un antiguo mito que decía que esas pequeñas dos líneas en verticales que se esconden en la sombra de la nariz son un recuerdo del alma antes de llegar a la tierra: Un ángel de fuego pone su dedo sobre la boca y dice “calla lo que sabes”. Por eso no recordamos lo que sabemos del cielo.




Hace unos años empecé a investigar sobre el proceso de crear mis propios rostros. Trabajé la mayor parte del proceso por medio de pliegues escalonados. Esto permitió rostros con un amplia posibilidad expresiva, pero condenados por surcos que rodeaban la cara. Con el tiempo, aprendí a combinar otras técnicas y a lograr resultados más agradables…



He tratado de unir en un solo modelo algunos de estos aprendizajes, buscando un resultado propio a pesar de que el modelo use partes de lo creado por otros. Así ha nacido Janus. El primero de los meses, el dios de las puertas, de los principios, el dios que mira al futuro y al pasado, el dios de los finales. El dios de las dos caras, pícaro y diferente, similar en cada rostro, pero distinto. No sé si parezca un rostro propio o simplemente la copia de lo por otros hecho, no puedo juzgar eso. Nace de una hoja cuadrada, de un color en cada lado. Nace de la mezcla de escalones y de un solo punto. Nace de la búsqueda por un nuevo principio, por una nueva puerta. Una que podamos cruzar.

jueves, diciembre 28, 2006

UN CP, BABUINO

Lo bueno del tiempo es que siempre pasa… Lo malo del tiempo es que siempre pasa…
Y ha pasado ya un tiempo desde que puse la foto del babuino. Lo que no dije en ese momento es que es un modelo que no se inspiró en un babuino para ser plegado, sino en un león, para ser más exacto, en el dibujo de un león. Uno de mis cuentos favoritos, en una versión ilustrada que nunca he podido tener en mis manos. El autor del dibujo: Enrique Fernandez.
Un par de modificaciones a la idea inicial de hacer el rostro y surgió este babuino.

Para los amantes de los cp aquí vive desde ahora, esperando disfruten el plegado. Un modelo de curvas hermosas, realizado completamente con tensión en seco. Espero disfruten el plegado, y dejen que las curvas que surgen salgan naturalmente del proceso. Vuelvo a dejar aquí la foto, esperando sea de alguna utilidad.


miércoles, diciembre 13, 2006

Inútil (a dios gracias)


"El arte es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los libros, los cuadros y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos". Paul Auster...
Sobra decir que pienso lo mismo del origami... Claro que también sobra decir que no hay nada que sea más útil que aquello que hace estremecer al alma.

miércoles, diciembre 06, 2006

Topografía

Ya he hablado, varias veces de hecho, sobre la relación que existe entre papel y piel, entre el acto de amar y el de doblar, entre caricia y pliegue. Alguna vez no muy lejana hablaré sobre el origami como un acto de amantes, profundizando sobre aquel “arte femenino” del que una vez comentaba Mario Arenas en una charla sobre origami. También he hablado ya sobre el papel que estoy jugando frente al papel, y sobre el lugar en el que se encuentra mi origami. En últimas, durante ya mucho tiempo he estado tratando de hacer una cartografía propia. Cartografía de piel y de papel, cartografía de lugar.

En esa búsqueda de cartografía propia, me he encontrado con diversos modelos que son aquellos que resumen el origami que hago: Barca y viento, la mujer en mi cabeza, el lirio, por ejemplo, son representaciones de aquel lugar de papel y piel que he construido. Pero también lo es esta nueva topografía:



Hablar de la cartografía de una mujer es complejo y hermoso. Hablar de su topografía me parece apasionante, porque en últimas, es esa topografía la que por si misma habla. Últimamente en los modelos que he plegado he encontrado que el papel habla desde sus piernas, desde su movimiento, desde su piel, en un lenguaje propio que rara vez es el de las rectitudes. El problema enorme es que entender ese lenguaje es como entender el del opuesto: dulce y lleno de caricias, pero al tiempo incomprensible… Entender el lenguaje del papel es complejo y en algunos casos agotador. Tratamos de condenar al papel a puntos fijos y a dobleces obligados. Lo forzamos a que diga cosas que nosotros queremos que diga, pero no lo dejamos decir lo que quiere decir… El papel se vuelve cobarde en nuestras manos y se esconde en el silencio, en la formula segura de lo conocido, en lo de siempre. Uno le pide al papel que diga cosas, y cuando el papel habla resulta que sus palabras son incomprensibles. Para colmo, resulta que hemos perdido en el proceso, el placer de jugar al escondite con el papel.

Estos estudios que estoy haciendo sobre la curva parten de lo mínimo, de lo simple, de lo puro. No sé si logre darle con esto un nuevo papel al doblez, o redefinir el origami incluyendo en él una nueva categoría. No sé si siga estudiando en este sentido, o si esto simplemente permita nutrir aquello que haré en un futuro. Solo sé que me ha resultado placentero en exceso recorrer las piernas del papel para pedirle que comparta sus palabras.

jueves, noviembre 30, 2006

Un árbol de navidad

Hay lugares del mundo en los que la navidad nunca llega. En otros, la navidad solo dura hasta el 26 de diciembre, y en otros hasta el 6 de enero. En otros lugares (del reino de los sueños más que del de las realidades) la navidad dura todo el año, aunque a eso tampoco le veo la gracia…

En Colombia la navidad cada año empieza antes. No es solo el fenómeno comercial que hace que las tiendas destinen desde octubre menos espacio a los disfraces que a los árboles navideños, es también un fenómeno que tiene que ver con la necesidad de sentir un mundo que nos guste más, uno que nos ponga más contentos y que sea, en muchos sentidos, más simple…

Otra cosa pasa con los regalos, que cada vez son más complicados, sobretodo en navidad. Yo, personalmente, quisiera un ajedrez de lego, un traje bonito, un computador portátil y el libro de masters of origami… También quisiera un mejor trabajo, una casa en el campo, un libro propio y una felicidad enorme (eso sobretodo)… Y también que mi madre estuviera contenta y tranquila, que mi sobrina creciera bien, y que mi esposa estuviera feliz. También quisiera la paz mundial y el fin de la pobreza… En fin, los deseos simples y altruistas que toda la humanidad tiene, especialmente las reinas de belleza….

Pero mientras tanto, y como siempre, pensamos en otros regalos y en otras listas. A mí, en particular me encanta dar regalos (aunque me atormenta buscarlos, porque necesito el regalo adecuado a cada quien). Este año, también me he decidido a dar un regalo a todos aquellos que hacen origami.

Este arbolito es, sin duda, un modelo simple. Tengo la esperanza navideña de que sea un modelo placentero de plegar, pues traté de que fuera simple (aún a costa del revés de la figura). Solo me resta recordarles que en la web de nícolas se encuentra el reno que regalé el año anterior, la “campana y hojas” de hace un par de años, el hermoso santa de nícolas, la tarjeta navideña de halle, el acebo de Manuel Sirgo, la pajarita navideña de Juan Pedro Rubio, los santas de Giang Dinh... Ah!, y por supuesto, se encuentra también el hermoso hombre de nieve de Román.


Una feliz navidad a todos, y dulces pliegues

miércoles, noviembre 29, 2006

Una mujer desnuda y en lo oscuro

"Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda. "

Mario Benedetti.


Hay cosas que amo. Cosas que me generan un placer infinito. Es normal porque cada persona, de hecho, tiene sus propias adicciones, sus amores, sus placeres. Yo, por mi parte, amo a las mujeres (especialmente a una de ellas). Amo también su piel, y, sobretodo, el femenino de las mismas. De hecho, debo confesar que todas las mujeres que conozco son hermosas. Quizá se deba a que todas en realidad lo sean (cosa en la que creo), o quizás a que vivo en una ciudad llamada “de la eterna primavera”.
En otros tiempos Medellín se ponía a si misma el nombre de “la ciudad de la eterna primavera” por su clima, pero ahora, se llama por sus mujeres, como flores. Una eterna primavera recorre sus calles. Dirán los lectores de Colombia que las mujeres de Medellín no son como las flores, que esas son las caleñas, y que por eso lo dice así una famosa salsa. A esos les digo que en realidad, todo depende de los ojos del jardinero, y los míos aman ver flores.

No les sorprenderá entonces a quienes han visto mis trabajos que tantas mujeres lo recorran. De hecho aún aquellos masculinos por su tema tienen en sus pliegues enormes condiciones de feminidad, y eso creo que puede ser fácilmente interpretado con solo dar un paseo por las figuras humanas de este blog o de la galería de Nícolas Terry.



Pues bien, el último modelo que he plegado/dibujado/modelado/esbozado en una hoja de papel es, precisamente, una mujer. Confieso (este blog se trata de confesiones) que no sé si deba decir plegado, aunque lo único que hay en esa hoja son pliegues. Los antecedentes de este modelo son obvios: los hermosos orbs de Jeannine Mosely y, por supuesto, los estudios sobre las curvas realizados por Saadya. Tiene también otra influencia que es menos reconocida: Se cruzan en este modelo dos escultores de los cuales conocía poco: Brancusi y Archipenko. El primero lo conocí por un correo hermoso que me envió alguna vez un artista francés llamado Jacques Thibault, el segundo lo conocí por otro artista con quien hablaba sobre la magia del adentro y el afuera en la escultura.

La piel resultante me ha cautivado. No tiene ningún pliegue de papel que genere capas superpuestas, ninguna rectitud, ninguna obligación, sin embargo son solo pliegues. Quizá sea un origami aún más puro que el origami pureland, quizá de hecho, digan los puristas que no es origami. Me gustaría leer sus comentarios, pero yo, mientras tanto, prefiero no discutir y dedicarme a acariciar otra piel (también desnuda, y en lo oscuro).

***

ANEXO.

He enviado foto de este modelo a Saadya, quien me ha señalado otro autor que no recordaba y que, sin duda lleva un trabajo hermoso sobre una línea similar: Mark Leonard. Me parecen hermosos sus trabajos sobre abstractos, pero especialmente relevante me parece este y este otro, (que prácticamente es llevado al exceso). Si conocen otras referencias o modelos importantes sobre el tema quedo pendiente de sus comentarios.

Un abrazo

lunes, noviembre 20, 2006

Aprendizaje.

"Si no fuera por las preguntas, ¿dónde estarían las respuestas?"
Gertude Stein

Esta entrada comienza hablando de papel. Del papel que estoy jugando frente al papel. He comenzado, desde hace un par de años, un viaje harto complejo hacia la investigación de un origami propio. Un origami que probablemente resulte igual al de tantos otros, pero que yo pueda percibir propio. Esa búsqueda ha sido gratificante porque me ha permitido encontrar un lenguaje, una voz, una forma de amar el papel que es mía, aunque use palabras de otros. Algún día contaré sobre las escalas de este viaje, sobre los descubrimientos que he realizado y los mundos y personas que he conocido y, si el tiempo lo permite, sobre las veces (tantas veces) en que me he perdido.
Pero hoy, hablaré solo sobre la que fue la última estación de un camino del que no conozco destino. Esta última estación ha sido dulce y calma, ha sido marcada por una zona de confort, de comodidad en lo propio. Sin duda, es una trampa peligrosa: El confort produce un estado en el cual la exploración se olvida y la comodidad se vuelve reina, un estado en el que se olvida el hambre. Y eso, en el arte, es un problema. En esos momentos es cuando viene bien tener un maestro filósofo, y ojala artista.

Para mi fortuna conozco a uno, que me ha dejado de regalo una de las posesiones más valiosas que he tenido: Preguntas.

Me han preguntado sobre el arte propio, sobre la expresión, sobre la técnica, sobre el qué quiero decir y cómo lo digo, sobre el material de la expresión y el material en qué se expresa, sobre lo simple, sobre el arte, sobre la vida. A raíz de eso ha surgido el último modelo que presenté, y también a raíz de eso ha venido el silencio a acompañar estas soledades. Mientras tanto, es una entrada que habla sobre empezar de nuevo, sobre olvidar lo que se sabe, sobre el desaprender para aprender de nuevo. El modelo presentado (alma) es el primero que aprendemos a hacer en papel, y el primero que los origamistas tratamos de desaprender. Es, como me decía Eric Madrigal en un correo, el alma de un niño.

Pero volviendo al viaje, debo confesar, sin embargo, que es temprano aún para enseñar aquello que he empezado a investigar. Creo, incluso, que no se notará una diferencia entre lo que he mostrado hasta este momento y lo que mostraré en el futuro. Solo podré decir que la diferencia existe y va por dentro, que es el alma la que está aprendiendo a plegar distinto.

Pero como nunca me ha gustado anunciar y no mostrar, tentar y no pecar, enseño solo uno de los primero estudios que hago en estos nuevos tiempos. Un modelo que estudia (brevemente) la superficie del papel, y la curvatura que lo habita. Un modelo simple en excesos. Origami subdiez en su plegado, aunque quizá para explicarlo necesite más de diez dibujos. Como verán, la nariz es muy similar a la del tigre de Román, aunque su proceso de plegado es mucho más sencillo y similar al de las cabezas de perros que realicé hace algunos años. Espero lo disfruten, aunque ojalá de lejos, porque los babuinos son como aquel personaje que busca la ruina del héroe que viaja: Peligrosos…


Ah, y a aquel filósofo y por demás maestro, a aquellos que han estado conmigo en este camino, gracias. A todos. A todas. Gracias.

martes, octubre 31, 2006

Aniversario

El 24 de octubre del 2005 (que en esa época fue lunes) colocaba la primera entrada de este blog. Era lunes, por la noche, y me dije que algo debía decir, abrir la boca, contar al mundo… Pero no sabía que contar, no sabía que decir…
Hoy ha pasado un año, y lo que menos a pasado son días. Hoy no abriría un blog público, porque descubro que cada vez es más complicado entender lo que digo, así que, mientras logro aprender a hablar de nuevo, preferiría guardar silencio. El primer año de estas soledades ha estado lejos de llevar a la madurez en lo escrito, aunque ha permitido recordar que, también para escribir, tengo mi estilo.
Ha pasado un año (tic, tac) aunque en estas soledades resulta que un año es 65 entradas públicas y 3 ocultas, más de 40 modelos, más de 7000 palabras, más de 14000 visitas (aunque creo que serán máximo unos 200 visitantes). Un año en estas soledades implica un par de cambios de enfoque y el nacimiento de otros hijos mucho más maduros que este. Un año implica cambios en la extensión de las entradas, en la frecuencia de publicación de las mismas y en lo que digo o dejo de decir.

El 24 de octubre pasado fue martes. Ese día no pensé en colocar entrada en el blog. Vinieron 78 personas, procedentes de España, Colombia, Estados Unidos, Francia, Chile, Viet Nam y algunos otros países que no sé como identificar. Ese día estaba cansado de cargar el mundo en la espalda y angustiado por la forma en que entendían las cosas las personas que quiero.

En todo caso, simplemente, quería celebrar que ya pasó un año y que en este momento (igual que en ese) me decía que algo debía decir, abrir la boca, contar al mundo… Pero no sabía que contar o que decir, pero no quería ni contar ni decir.

Felicitaciones, soledades, y que cumplas muchos más…

jueves, octubre 26, 2006

Déjame tocarte

Esta semana he terminado un diplomado que dictaba sobre servicio al cliente. El tema con el que terminé el diplomado (aunque los asistentes sabrán que hablé de él todo el tiempo) era comunicación. El tema me apasiona por lo complicado, por la forma en que interpretamos, en que cada vez nos volvemos más sordos y más ciegos. A la manera de Saramago: "Ciegos que, viendo, no ven..." Me apasiona la forma que tenemos de decidir sin preguntar, sin averiguar qué pensará el otro de lo que dice, o que dirá, o por qué dice lo que dice. Simplemente nos limitamos a juzgar...
Especialmente me resulta apasionante el estudio sobre aquellos lenguajes no verbales que forman parte de (que son) el mensaje. He hablado, por supuesto, de los planteamientos de Edwart T. Hall en cuanto a la distancia interpersonal. Apasionante discusión. He hablado (y quisiera creer que he comunicado) sobre los planteamientos que resume Flora Davis en la comunicación no verbal, sobre quienes dicen que el tono de la voz que es más importante que lo que dice la palabra. Quisiera, porque me pide el alma a gritos, hablar de aquello que las personas con quienes hablo no quieren preguntar, pero no lo haré, porque existe un tema del que no hablé en el diplomado que dicté...

No hablé del “hambre de piel” que vivimos. No hablé del tacto y de la necesidad desesperada que sentimos por tocar, aunque la cultura se oponga a afirmar que tenemos piel. Así pues, para no quedar pendiente del tacto uso estas soledades para decir. Y comienzo con una frase que no es propia y que me parece tan hermosa como dolorosa (¿Quién dijo que no puede doler la hermosura?). Dice:

“La impersonalidad de la vida en nuestro mundo moderno se ha vuelto tan acusada que hemos producido, en efecto, una nueva raza de Intocables. Nos hemos vuelto extraños unos para con otros, no sólo evitando sino defendiéndonos activamente de todas las formas de contacto físico “innecesario”.” MONTAGU, A., MATSON, F.: El contacto humano.

Me ha generado dolor hablar de aquellos intocables que ahora deambulan por las calles en las noches. De tantos y tantos que no quieren tocar ni que los toquen, y de aquellos que siempre lo queremos pero que nuestra cultura nos lo impide, de aquellos que tememos a la piel que cuando tocan se enciende y arde, a la que refresca.



Y me ha generado placer encontrar o simplemente pensar en el origami como arte del tacto. He dicho desde hace mucho tiempo palabras robadas de Yoshizawa “el papel es otra piel”. Digo también que perderse en la piel de una mujer es la mejor comparación con el acto de acariciar una hoja. Arte de amantes es el plegar, arte de caricias. Me pregunto también si resultará entonces que para ser buen plegador habrá que ser buen amante. Si para ser buen artista habrá que saber de piel. Caballero amó la piel de cientos de hombres para que sus dibujos fueran lo que son. Modigliani amó la piel de cien mujeres y Picasso la de mil, Rodìn amó la piel de sus amantes tanto como para lograr llegar a su beso.

Observamos en los origamistas ese hambre de piel que se evidencia en sus manos al rozarse, o en ese deseo que tienen de tocar, de permitir que las cosas entren por la piel. De hecho, comparto y creo en ese principio fundamental de que las cosas entran por la piel y no solo por los ojos.

Vivimos la pasión de tocar, de acariciar, de sentir. Ojalá pudieramos simplemente reconocerlo y aceptarlo. Ojalá, después de aceptarlo, pudieramos dedicarnos a aquello que nos pide el alma a gritos: tocar.
Un abrazo (y una caricia) a todos los que lean.

domingo, octubre 22, 2006

El peso del mundo

Últimamente me siento cansado, muy cansado. Siento el peso del mundo en los hombros, y eso, creo que no hace falta decirlo, pesa. Así que me he puesto en la tarea de plegar un Atlas, personaje griego condenado a cargar el cielo sobre sus hombros para que con su peso no acabe con la fragilidad de aquellos mortales que vanamente nos escondemos y exponemos bajo él. A veces, de hecho, uno cree que alcanza a tocar el cielo con sus manos, pero afortunadamente el cielo está tan lejos que no lo tocamos más que en sueños.

Atlas era un titán. Su castigo por revelarse contra los dioses del olimpo fue sostener el cielo con sus brazos. Poéticamente es una idea hermosa: Sostener el cielo. Esta imagen poética ha sido tocada por múltiples mitologías que le dan un enfoque diferente cada vez, pero cuyo concepto prevalece. En algunos mitos el cielo lo sostiene un árbol, en otros un gusano gigante y blanco que evita su caída, en otras es en elefante cuyas piernas son columnas que permiten aguantar el peso. (Yo pienso que el cielo tiene forma de mujer, y que en los senos de otra se sostienen, pero creo que eso no viene al caso).
Bajo el peso del cielo, Atlas debe doblar una de sus rodillas para soportar. A veces, cuando se cansa, cambia el cielo de hombro y en su movimiento hace temblar la tierra. Lo mismo le pasa a uno cuando carga el mundo en sus hombros: tiembla la tierra cuando se desliza el peso hacia otro lado.

Creo que Atlas nunca se preguntó qué ocurriría si dejara caer el cielo. Esa es una cuestión preocupante. Imagínense la escena: cargar día a día, noche a noche, la cúpula celeste con sus estrellas que se disfrazan de constelaciones para que nadie las conozca (pero para que todos las reconozcan). Cargar el cielo cuando se llena de nubes de lluvia. Cargar el cielo eterno. Quizás hoy no creamos en Atlas por una cuestión práctica. Cargar además del cielo su contaminación y los millones de almas que suben cada año, cargar las oraciones que van en aumento y todas vía cielograma, cargar los cientos de aviones que lo surcan cada día.

Solo conozco en origami un modelo que trabaje sobre Atlas. Es un modelo bastante nuevo, que no tiene más de un par de meses y que creo mucho más estructurado que el propio. Una lástima lo ignorado que ha sido este titán por nuestros pliegues, especialmente porque creo que un cuadrado de papel pesa tanto como lo que en él pleguemos.

Este modelo no explota todo el potencial que podría explotar, sin embargo creo que ilustra bastante bien la escena. Lo dejo aquí entonces, esperando que por lo menos me sostenga el mundo que cargo por unos días.

miércoles, octubre 18, 2006

Soledades


Hace días, muchos, no pongo una entrada que me guste. Y no es por falta de inspiración o de provocación. No es por falta de tiempo (que ese no es que falte sino que se esconde). Creo que es por exceso de ocupación.
Últimamente he tenido solas a estas soledades recorridas por la palabra y visitadas por lo ojos y eso, la verdad, no me gusta.
Escribir se ha convertido en un canal de comunicación conmigo mismo, y los modelos un canal de comunicación con el mundo, que lee sin saber que lee. Así que me he puesto a la tarea de escribir algo que me guste, lo que sin duda es una irresponsabilidad con las musas. Bastante malo es tentarlas diciendo que las quiero (las requiero) como para, encima, decirles que quiero que me guste lo que me traen.
Pero esa es la realidad del día. Así que me he puesto a pensar en que escribir.

Se me ocurre hablar (o tal vez monologar) sobre “el alma” de los modelos, pero Saadya acaba de dibujar ese tema en su blog. O mejor, se me ocurre decir sobre algo que atraviesa mi garganta hace mucho: el “estado preexpresivo de la pose”, descubrimiento hermoso de Eugenio Barba en la “antropología del actor”, pero la verdad creo que sonarían a palabras sordas en este momento. Digo que, mejor, voy a hablar de algo nuevo, de algo que nunca haya hablado en estas soledades, digo que pronunciaré palabras nuevas que recorran un abecedario entero, pero…. pero no se que podría decir que sea nuevo.

Digo que no sé que decir que me guste. Así que más bien me pongo a escribir como un desaforado buscando que una palabra invite a otra y que esa otra invite a una más que se amarre con hilos invisibles a la una o a la otra y que estas dos juntas se hagan tres mientras aquella de más allá abusa descaradamente de aquella que tímidamente se atreve a anunciarse provocada por la rabia del momento o por la sonrisa que ella (que también es palabra) le ha lanzado. Ya he escrito una tarjeta de navidad y dicho dos verdades inmaduras por cada mentira crecida, ya me he desnudado frente al teclado y me he vuelto a vestir con la ausencia de comas que separen una idea de la otra y la otra de la una. Ya he jugado con un par de figuras poéticas que parecieran no articulables (de hecho probablemente no lo son) y ya he llegado al punto final de este párrafo.


Así que ahora tomo distancia y miro hacia atrás (que en este caso es hacia arriba) y descubro que ellas (las musas) han sido benévolas con ellas (las palabras) porque el texto que escribí, aunque no diga nada, me ha gustado. Así que le doy las gracias a las unas y las otras, por venir a jugar conmigo en este texto.

jueves, octubre 12, 2006

Costo marginal

Ya me siento monotemático con este tema de rasgos. Pareciera que no sé hablar de otra cosa que no sea de dicha exposición, pero la verdad es que es buena. Muy buena… Tanto así que ha generado una serie de “costos marginales” que el museo no había contemplado. No son costos altos, pero… Permítanme contarles:

Costos fijos:
- Valor de la exposición (que ha sido comprada por el museo a precio “de huevo”)
- Salario al personal del museo (que no se cuanto sea)

Costo marginal:
- globos de colores…
- Chupetas (bombones, caramelos, etc)

El motivo de los segundos costos, los marginales, es simple: En este momento se realizan 5 exposiciones en el museo, y la más visitada es Rasgos. Buena parte del publico proviene de escuelas y colegios, pero… pero… Pero una vez llegan a la puerta ya no quieren entrar. Se paran a la entrada de la sala y de repente se sienten aterrados. Una gárgola vigila su entrada y muchos de ellos, al mirarla, dicen “que no quieren, que mejor no, que ya es tarde…” … Pero es tarde, porque deben entrar…

Y luego… los espera un rostro (figura que usa la técnica de joisel publicada por la BOS) Y ese modelo los mira fijamente de arriba abajo, de afuera hacia adentro y justo a la altura de sus ojos… Ha generado, miedo y espanto, incluso llanto…

Y al fin, superados algunos obstáculos surgen asombros y sonrisas, disfrute y sorpresa con algunos modelos vistos… Cientos de figuras más tarde cuando llega la hora de salir no quieren hacerlo, pero no es por la felicidad conseguida adentro….

Franqueando la entrada, justo al lado izquierdo donde nadie la vio al ingresar se encuentra ella, parca muerte, que con su metro y medio de altura advierte a quienes tratan de salir… Otra vez, de nuevo, comienza el llanto…

A mi, la historia me ha dejado feliz. Un par de compañeros de lao me dicen que “yo si soy mala persona por disfrutar de eso”, pero lo que disfruto no es el llanto: es la emoción. Saber que la exposición conmueve a quienes van, y que por lo menos los niños asistentes no pueden negar la emoción.

Eso me alegra, con una alegría dulce. Simple emoción.

domingo, octubre 01, 2006

GRULLA

“Yo vide una garza mora dándole combate a un río,
así es como se enamora tu corazón con el mío” (cantado por Caetano Veloso) (Canción 17 en este link)




Desde hace un mes o más que el GOP (grupo origami patrones) se encuentra resolviendo uno de los modelos propios a los que tengo más cariño. Me han pedido precisamente que hable sobre ese modelo, contando por qué la creé, qué buscaba con ella, y, en fin, cómo ha nacido.

Pero yo me pongo terco, y no hablo solo de eso. Comenzaré hablando al revés, desde el hoy hacia el atrás, porque este es un modelo de cariños nuevos.

El primero de estos cariños, un cariño “agradecido” surge de lo simple, de su versatilidad que fue llevada al límite por Román Díaz en OPI en donde coloca una grulla hija de ambos, y hermana mayor de esta. Es un cariño sin muchas pretensiones, porque no es un modelo que haga historia en el mundo de los pliegues. Justo ahí, (a medio vuelo de grulla) surge el segundo de mis cariños por esta figura: Aunque no haga historia es el primer modelo que he creado que genera un “patrón”. No es un patrón grande (es posible que de hecho ni siquiera sea un patroncito) pero como tal lo sueño: Existen por lo menos dos modelos más que se han creado inspirados en esta grulla (probablemente mucho más hermosos, pero éste fue el primero). Este cariño se fortaleció hace unos meses cuando en la convención del grupo vietnamita de origami decidieron plegarla en gran tamaño, para que recibiera a los visitantes a la exposición y hace solo unas semanas uno de esos origamistas la usó en una composición para un concurso que actualmente desarrollan sobre dioramas. Precisamente, esas fotos me han hecho volver a plegar el modelo una vez más, buscando tomar nuevas imágenes que complementaran las que desde años atrás estan puestas en la web de Nícolas.


Por último, hablando de cariños, sigue el tercero, aunque este lo comparte con otros cientos de modelos que he creado: El "tema" me genera un gusto especial. Animal sagrado es la grulla, bailarina incansable, de vuelo hermoso, símbolo de la fidelidad, de la protección de la familia.

Pero yo sé, que hablo del modelo sin hablar de él, ni de su origen...

Comenzaré entonces (aunque debería decir más bien terminaré...) confesando que mi grulla está inspirada en otra, aunque no se parezca a ella. Nace de una fotografía de la “Dancing Crane” de Lang, modelo que me enseñaba una cosa hermosa que nunca había considerado con la suficiente claridad: Las grullas tienen patas además de alas, aunque normalmente el origami solo representara éstas o aquellas. La condenábamos a volar o a caminar, pero no le permitíamos ambas cosas. La grulla de Lang consiguió liberarla de esa realidad, y la mía quería reforzar esa posibilidad.


Sin embargo, aunque logró liberar a la grulla ató al plegador a un modelo con un alto grado de complejidad técnica obligando a una alta dosis de paciencia para su plegado (aunque eso solo lo supe mucho después que conocí los diagramas). En todo caso,
yo quería un modelo simple, que se plegara en 10 minutos, que se pudiera enseñar y sobretodo que se pudiera aprender. Aletea entonces este modelo en mi cabeza, surgiendo sin ensayos ni pruebas anteriores, usando un esquema general que decía (o tal vez graznaba) “dos puntas para las alas, dos para las patas y una para la cabeza… y otra más, pequeña, para la cola…” Las patas, estructura y rigidez, amarre al piso, son esquemáticas y con dobleces claramente definidos. Las alas, libertad del modelo, no tienen un punto único de salida, pudiendo cambiar libremente a voluntad y sin obedecer a referencias claras. En las cicatrices que el modelo deja sobre el papel las alas simplemente están indicadas en un punto en el que las manos de quien la pliega (cual si fuera viento) ha querido acariciarlas.




Esa misma base permitió la creación de otras aves, todas ellas de un grado de dificultad similar, exceptuando aquellas en las que procesos como poner garras complica el modelo. No fue entonces necesaria una base compleja, simplemente una tradicional bomba de agua en la cual la punta central ha de ser la cabeza. La mayoría de esas aves no conocieron la luz más que en un par de exposiciones en Medellín, pero como era de esperarse otros le dieron nacimiento. A fin de cuentas es un modelo simple en extremo.

Una última idea: La primera foto que tomé del modelo me enseño que la grulla no debe dejarse sola, que requiere compañía, que su vuelo es mejor si sabe de un destino, que su baile solo será hermoso si tiene un espectador que se seduzca con él, que enloquezca, que acompañe.


Dejo solo de tarea a quien quiera plegarla que no la deje sola, que mueva sus alas de vez en cuando, que a ella le gusta volar.

jueves, septiembre 28, 2006

Hada(o)

***
Me lo dijo Raquel y tiene toda la razón... Me lo dijo Román antes que Raquel, y Felipe en el medio de ambos. Y todos tienen razón. La figura, más que Hada parece Hado... Así que por ahora cambio el nombre y el primer párrafo de esta entrada, aunque aún no el nombre de la foto. Pero ese cambiará pronto, que todos tienen razón. Eso es lo que pasa cuando uno escucha a sus buenos críticos, aquellos que siguen visitando esta página día a día y noche a noche. A ellos gracias...
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La mayoría de las personas, al escuchar la palabra hada piensan en dos opciones: o aquellas hadas como la hermosa campanita de Disney, o en aquellas hadas similares a las presentadas en los libros de los cuentos infantiles (bueno, esta no es tan infantil...) Yo, confieso, nunca me he tropezado con ninguna, ni de las de cine ni de las reales (excepción hecha de una mujer que adoro cuyo nombre es ese). No deja de ser curioso no haber encontrado a ninguna de esas criaturas mágicas, dado que son seres que están presentes en la mayoría de las culturas del mundo: Desde Irlanda hasta Colombia pueden encontrarse sus rastros en el folclor y en los cuentos de cuna. En Colombia, por ejemplo, se menciona un pequeño ser equivalente al Pixie, o los Meneses, famosas luces que también recorren europa aunque con un nombre diferente...


Pero, a diferencia de las hadas del cine, en la mayoría de cuentos y relatos populares las hadas no son seres buenos. Tienen malicia y travesura en exceso. No miden las consecuencias de sus actos por lo que con frecuencia terminan generando dolor entre quienes con ellas se encuentran. Incluso, podría pensarse que son malas. Mucho. Y, además, no siempre son bonitas. De hecho, dentro de todos aquellos seres que podrían introducirse en la categoría de hadas muchas de ellas son horribles porque buscan la tragedia del hombre.


En origami existen varias, aunque no muchas. Las más famosas y hermosas son las de David Brill y Kimura, figuras harto distintas ambas, pero harto bonitas. Existe también una creada por David Derudas y publicada por el CDO (Centro Diffusione Origami) y una más de Fernando Gilgado.

Como muestran las fotos, yo he plegado una. Se parece más a la de Peter Pan de Disney que a la original que era simplemente una luz que se proyectaba en el escenario y nunca hablaba (aunque aclaro que la mía tampoco habla)… Espero sea un modelo bonito para observar.



Espero la disfruten y, si quieren crear una les recomiendo que, además de mirar las imágenes que google ofrece o las películas que las dibujan, separen sus manos unos 20 o 25 cms, luego golpeen una con otra las palmas de sus manos repitiendo el mismo proceso por lo menos tres veces. Al mismo tiempo deben pronunciar aquellas mágicas palabras que dicen: “creo en la hadas, creo en las hadas, creo en las hadas”

Saludos a todos, y buenas hadas en su camino

domingo, septiembre 17, 2006

Agua Sonora

Años atrás un compañero me enseñó una ilustración que desde esa época ha llenado mi cabeza gota a gota: Hermosos caballos, blancos como la espuma, surgían desde el agua invocados por una mágica voz que hacía que nada pudiera enfrentarse a su paso. Años después supe que aquellos caballos de agua formaban parte de una escena de un texto mágico (y sí, también de una película) que me conmovió profundamente. En cierta medida eso generó un amor por los caballos, pero más aún por aquellos seres que del agua surgen. En mi caso ya había trabajado sobre ese tema como una forma de intervenir uno de los cuadros japoneses más famosos, pero no sé de otros origamistas que hayan trabajado este modelo en particular.

Sin duda, los caballos son seres hermosos. La historia del hombre no sería la que es sin la presencia de aquellos seres que han sido más que una simple compañía para el hombre. El Quijote sin Rocinante sería literalmente un caballero “andante”, D’Artagnan debe parte de sus aventuras a otro famoso jamelgo y las Valquirias, sin caballos, no podrían recorrer los campos en busca de guerreros para el Valhala … Es triste, sin embargo, que tantos caballos tan hermosos no tengan nombre … La mitología griega está llena de caballos hermosos, pero ninguno de ellos responde a una palabra que lo marque, que lo nombre: Son caballos los que guían el carro del sol sobre la bóveda celeste, son famosas las yeguas de Diomedes, los caballos de las amazonas y, por supuesto, es famoso el caballo de Troya.
Algunas mitologías, sin embargo, han dado nombre a sus caballos, entre ellas la normanda y, por supuesto, la creada por Tolkien (que aunque no es mitología en un sentido estricto, poco a poco parece conseguirlo)

En origami el tema de los caballos es recurrente, aunque el de los caballos míticos es mínimo. Aparece solo el hermoso Sleipner (que traducido significaría: resbaladizo) caballo de Odín, una creación de Kamiya. Por supuesto que podrían incluirse en la lista pegasos y unicornios, pero es difícil incluirlos en la categoría de “caballos puros.” Por supuesto, pueden señalarse como caballos famosos del origami el de Brill, Miyajima, Komatsu, Diaz, Wu, Voyer (diagramas), Saadya y Lang (gracias a Felipe por la ayuda con la lista)

Este en particular, es una adaptación del hermoso caballo creado por Román Diaz. He usado la misma secuencia de plegado que diagrama Román en OPI en la cabeza y patas de su caballo, sin embargo la base es completamente diferente. Hace mucho no creaba algo partiendo de la variación del trabajo de otro, y sin duda no deja de ser un proceso encantador. El honor del modelo sin dudas es todo suyo.

Solo resta contar sobre su nombre. No sé escribir en élfico, eso es claro, pero su nombre me pareció hermoso: “agua sonora” (Bruinen). Quisiera, como no, haber podido escribir su nombre en alguna de esas lenguas de criaturas mágicas, pero mis conocimientos están lejos de llegar a tanto. Si algún fanático aprende como escribirlo quedo pendiente de los comentarios.

Un abrazo a todos




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Raquel, desde España, me envía el nombre Bruinen en élfico. No sé como suene al pronunciarlo, pero al menos sé que se ve bonito. Gracias a Raquel.

lunes, septiembre 04, 2006

Otros vientos

Todo comenzó con este barco, protagonista de los 8 versos. ¿Lo recuerdan?




Pues bien, ese pequeño barco ha navegado en los mares de aquello que podría ser creado durante algunos días, pidiéndome primero un delfín que lo acompañe, y luego, otros barcos más que pudieran llegar a puerto en su compañía. Fabián Correa, un compañero de LAO me sugirió ayer la idea de un rostro que acompañara la barca (cosa horrible esa que nos paso en LAO, que ya solo pensamos en rostros.) Esa idea me pareció hermosa. Podría ser quizás la imagen de un gigante que surgiera del fondo del océano, algún viejo titán o algún antiguo dios que gustara de jugar con aquellos barcos perdidos en el tiempo. Podría ser también que ese rostro fuera la imagen de algún coloso hoy hundido por las aguas, pero, en mi caso, he preferido mostrar a Eolo, dios de los vientos, dios viento, como un deseo y una petición de buenos vientos por venir. Para todos. Vientos que auguren un buen regreso a Itaca, aunque hacia ella el viaje fue tormentoso, vientos que traigan dulces cambios en la dirección que el alma los requiere, vientos que refresquen aquello que necesita ser refrescado… Pero pedir por vientos es una cuestión peligrosa. Un refrán popular ya entrado en desuso tenía a bien decir: “siembra vientos… y cosecharás tempestades”… Y pocas veces deseamos tempestades.
En las mejillas de Eolo se esconde el aire, que a veces es brisa suave y otras huracán. Se esconden consecuencias.


Hablando ahora en términos de papel, pedirle a una hoja (cuadrada como siempre) que oculte en sí vientos, barcas y mares no es una tarea simple… O quizás pedirlo sea simple, lo difícil sea conseguirlo. ¿Cómo puede representarse el viento? ¿Cómo ver aquello que es invisible? He encontrado en este modelo una respuesta que suelo odiar: viendo las consecuencias, no las causas. Pero en este caso por la vía de descubrir los resultados pueden imaginarse los motivos. Un oleaje tímido, una onda se desplaza sobre la superficie del papel permitiendo al espectador imaginar el viento que sale. Los cachetes del modelo (aunque sin boca que lo acompañen) guardan vientos que envían lejos aquella barca (si, lo sé, también podría leerse que en vez de enviar atraen, y que lejos y cerca siempre dependen del lugar en que uno se encuentra.) Las mejillas de Eolo cargan en sí los vientos que impulsan el modelo hacia otros mundos. Vientos de cambio, como los del origami.
Este modelo, aunque realizado en papel, en una sola hoja cuadrada y sin cortes, esta lejos de ser lo que se denomina origami tradicional. Aunque es posible “estandarizar” el modelo y obtener mediciones exactas para cada punto, para cada ola, confieso que no he usado ninguna. La confesión no es extraña, lo sé, porque quienes me conocen saben que mis modelos rara vez obedecen a puntos y medidas exactas. El barco se encuentra donde quiso estar, y las olas donde a bien tuvo el viento llevarlas. Otro tipo de modelos, otro origami, otra forma de decir más cercana a la escultura, pero aún y sin ninguna duda: Papel Plegado.
Por ahora solo me queda desear a los lectores: “buen viento, y buena mar”

martes, agosto 29, 2006

Vacío

Me he prometido a mi mismo, desde hace unos días, escribir una entrada por semana. A veces es difícil porque el tiempo juega a correr más rápido de lo normal. A veces es difícil porque el alma se opone a escribir. A veces es difícil porque éste es un blog con una excusa de papel, y no siempre tengo modelos que justifiquen la acción de poner un texto. El hecho de que el tiempo corra más rápido es el impedimento que más odio de los tres, porque ese no lo he logrado aceptar (aceptar y no vencer, porque no seré tan imprudente de tratar de vencer al tiempo). El hecho de no tener un modelo que sirva como excusa me gusta mucho, en particular porque es un estímulo permanente a la creatividad. Queda entonces una dificultad más por vencer: que el alma se oponga a escribir…




No sé si a los lectores les habrán gustado las entradas de las últimas semanas, pero sé que al único lector permanente de este blog no le convencieron. Las leía como entradas “forzadas”, de aquellas que salen por el compromiso adquirido de escribir una vez a la semana, de no dejar que el silencio abrume… Eso me ha llevado a pensar sobre lo escrito, y sobre el que decir, sobre el como decir. Quienes me conocen (en directo y en tiempo real) sabrán que no hablo de mí ni de mis emociones, al menos no con frecuencia ni con un lenguaje verbal. Mis emociones las lleva el cuerpo y lo no verbal, la acción y no la palabra hablada. Saben los que quiero que soy oídos antes que boca, que siempre escucho a mis amigos, pero que casi nunca les digo lo propio, lo que llevo dentro. (Aunque, he de confesar que en estos días tengo los oídos cansados de oír y la boca cansada de callar, confesar que el hecho de solo recibir, de llenarse de escucha sin tener un camino para la palabra, también agota).

Lo que he descubierto últimamente (cómo casi siempre en estas soledades, después que la mayoría) es que estas palabras que escribo, una vez por semana, son la válvula de escape por la que digo lo que siento y pienso, que se me va el alma por las manos en los modelos y en las palabras que l•e•t•r•a • p•o•r •l•e•t•r•a llegan a la pantalla. Aún así, es un canal velado y secreto, que puede ser leído entre líneas con el consecuente peligro de errar las interpretaciones. Pero es, sobretodo, un canal propio. El canal por el que hablo, por el que me hablo. Un canal que siempre tiene dos caras, dos puntos de vista, dos lados de un espejo, un positivo y un negativo.

Este modelo es, precisamente eso: Dos lados de un mismo espejo. Me recuerda en particular una ilustración de Magritte, aunque es una asociación que solo sale después de crear el modelo, no antes. Esta basado, por supuesto, en los rostros creados por Joisel y publicados por la BOS. Por supuesto, agradecer a Gabriel Blandón de LAO quien me ha recordado la técnica y quien, a pesar de mis sugerencias de crear este modelo, prefirió no hacerlo. Sin el saberlo me hizo un favor, permitirme crearlo a mí.

Dudo mucho que este modelo quede en el “top of mind” de los modelos en papel, pero por lo menos como idea es buena. Permite conocer las dos caras de la moneda (que en este caso son 4). Positivo y negativo, adentro y afuera, oído y voz. Permite enseñar ambas caras del espejo, esas que los origamistas solemos ocultar. No existen, al menos públicas, fotos de la espalda de decenas de modelos que lucen hermosos solo por una cara. La hermosa ballena azul de Kamiya luce terrible vista desde encima, los modelos de Daniel Naranjo suelen ocultar su espalda a media humanidad, la mayoría de rostros solo se muestran de frente, y a los animales no se les muestra por debajo. Mostramos (o tratamos de mostrar) solo una cara al mundo, aquella que consideramos más hermosa, aquella que sabemos que el mundo quiere ver, que soporta. Nunca había pensado en ello, pero se nota también ahí que el origami es un pleno reflejo del alma humana…

domingo, agosto 20, 2006

Rostros

Los lectores frecuentes se habrán dado cuenta que durante las últimas semanas estas soledades han estado llenas de rostros. Un árbol lleno de rostros, un rostro que crea un árbol, uno que produce una persona, alegría y tristeza en una sola hoja. En fin, rostros y más rostros que responden a distintas emociones y realidades, a distintas voces.

La razón de estos modelos, o por lo menos la excusa para crearlos ha sido una exposición que está próxima a realizarse: Rasgos – máscaras en origami. La exposición se realizará en el Museo de la Universidad de Antioquia en la ciudad de Medellín y, como es habitual, se presentarán modelos originales creados por los miembros de LAO, y modelos de aquellos famosos del origami mundial.

No quiero hablar esta vez de los problemas típicos que trae el hacer una exposición así: Problemas de gusto, de coordinación, e incluso los problemas conceptuales que pueden surgir con las directivas del lugar en que se organiza la exposición o entre los propios miembros del grupo. Quiero señalar, esta vez, la oportunidad increíble que trae el realizar una exposición temática. Y es una oportunidad de estudio, de repasar aquellos rostros impresionantes que otros han creado, de estudiar técnicas y, si algún milagro ocurre, de crear las propias. Existen en origami algunos libros que son “piezas maestras” sobre el tema. El increíble “The Mask” de Tomoko Fuse, el recopilatorio “El libro de las Máscaras de Papel Plegado” del grupo Riglos, el boletín de la BOS sobre las máscaras de Eric Joisel, los “Origami VIP” de Carlos González y, por supuesto, las impresionantes fotos que se encuentran en la red.



Pero también es una oportunidad impresionante para estudiar sobre las máscaras y los rostros en general. Es un tema apasionante, porque el rostro es lo primero que dice quienes somos. Habla de la belleza y de la simetría. Habla del carácter. Eso es quizás lo más difícil de encontrar en una máscara plegada: Carácter. Pero es también la búsqueda más frecuente. Cada máscara de aquellos maestros del origami encierra un secreto que corresponde también a la época en que fue creada. Esa es, sin duda, una cuestión interesante. No estoy seguro de que la búsqueda haya sido desarrollada de manera independiente, especialmente porque el gran adelanto en la representación del rostro ha comenzado en los últimos 10 o 15 años, en los cuales el internet se ha convertido en método de transmisión de ideas y diagramas, o, como mínimo, de fotografías. Reconocer la mágica aparición de aquellos modelos que han dado nueva norma al arte de los rostros en origami es apasionante. Como breve recuento tomemos como punto de partida están aquellas máscaras tipo Yoshizawa, tan usadas por Gabriel Álvarez y por Kasahara, en las que el rostro es el resultado de dos puntas de papel. Una de ellas revela los ojos y la nariz, y la otra revela los labios. Máscaras hermosas que dominaron la escena del origami mundial durante años. Es esa la primera "norma del arte" de plegar rostros en papel.

Encontrar después las máscaras de “the mask” un paso en la misma dirección comenzada por los anteriores, pero con un giro más de tuerca. Los modelos de este libro son “lejanos” a lo que los occidentales acostumbramos ver como rostros, al menos en su temática. No aparecen en estas máscaras divinas proporciones ni tampoco esa identificación que tanto buscamos al ver a otros (especialmente aquellos que no son de papel).



Luego aparece la ruptura de dichos rostros con las máscaras de Joisel, en las que los ojos aparecen cada uno metido en medio de sus órbitas, dominando con su mirada, controlando, diciendo más de lo que antes había dicho cualquier ojo. He saltado, sin intención, los bustos de Elías, poco conocidos, poco señalados y plegados. Si se conocieran más, los espectaculares rostros plegados por Joisel no sorprenderían tanto por lo novedosos, sino por la forma en que lograron reinterpretar lo que otro planteó. Ese es uno de los caminos de la genialidad, el dar una nueva dimensión a lo que otros ya habían hecho. Esa genialidad la señala Saadya con sus rostros, tan llenos de carácter como los de Joisel. Parecidos, pero diferentes. Semejantes, pero distintos... Especialmente encantadores en su caso resultan sus mujeres, tema que en origami no me parece difícil sino imposible... Otra magia del arte. Hacer posible lo imposible.

Por último, como no, aparecen los rostros de Joel... Ir más allá de lo alcanzado por Saadya y por Joisel resulta difícil. Es necesario tomar otros caminos para llegar a ese destino. Y el camino tomado por Joel es bien distinto a cualquier otro. Sus teselados dan un nuevo camino al origami, y otro posible norte al arte. Sus rostros son a un tiempo extraños y conocidos. Ajenos a cualquiera, pero cercanos a todos.

Me queda igual una pregunta y una certeza. Sé, sin duda, que mis modelos están lejos de llegar a darle regla a nuestro arte, pero como es lógico, queda la pregunta de cómo llegar a hacerlo... Al mismo tiempo, en el amor propio herido surge una respuesta y una consolación. ¿Por qué habría de buscar el darle regla?... Pero igual la pregunta sigue, y la respuesta dice poco...

domingo, agosto 13, 2006

La mujer del caracol


(¿Pensará el caracol que camina lento?)


Normalmente escribir las entradas de este blog es una labor sencilla. Algunas entradas tardan más que otras, otras salen de un solo impulso... Pero ésta viene lenta, con las palabras a cuestas como caminar de caracol, ésta se toma su tiempo, sabiendo que, a la larga, ha de llegar a algún destino.

Empieza hablando sobre el tiempo, ese engaño que inventaron antiguos dioses para que las cosas no ocurran todas a un mismo tiempo. Hablando de la mentira y el engaño que el tiempo trae consigo. Bendición y maldición, premura y parcimonia. Tiempo que cura, tiempo que condena... Ante todo, tiempo que se vuelve relativo. En la felicidad el tiempo es corto, y en la tristeza suele ser eterno. En la guerra, cualquier tiempo es mucho, y en la paz siempre ha de ser corto. Es el tiempo un tirano que nos rige y que a veces nos colma de favores. Es el tiempo aquel bien extraño cada vez más difícil de encontrar.

Resulta entonces agradable encontrar un modelo como este. Sin prisas, conciente de su tiempo. De su propio tiempo. Un modelo que sabe que llegará a su destino alguna vez. No es una figura común, y se presta a encantadoras interpretaciones. Un caracol que lleva sobre si a una mujer que es su casa, una casa que es una mujer. (“Si esa mujer es una casa su sexo ha de ser mi cama” ). Una mujer, que es dueña del tiempo y sobre él camina. (“no somos otra cosa más que tiempo”). Una mujer que es de agua, y cuyo único rastro lo deja el caminar de un caracol. Una mujer que es un caracol.

Bonita imagen, y cercana a la realidad. Es la mujer un caracol que carga a cuestas a quienes la habitan. En el caracol de mi oído resuenan siempre palabras de mujer. Algunas dulces que hablan de amores. Otras que me hablan de recuerdos.



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Este modelo, para ser honesto, ha venido lento. Lleva varios días dando vuelta en mi cabeza tratando de salir, pero solo ayer encontró un camino. El caracol está lógicamente basado directamente en los trabajos de Tomoko Fuse y sus hermosas espirales y, visualmente, en los hermosos caracoles de Manuel Sirgo y Nícolas Terry, aunque la forma de plegarlos es bien distinta. La mujer, por su parte, es una de las típicas mujeres que resultan de mis dedos cuando de acariciar una hoja de papel se trata. No sé si existen otros modelos similares a este. Surge de una sola hoja de papel cuadrada, sin cortes, que convierte mujer en caracol. En este modelo es especialmente atractivo la diferencia entre las dimensiones de los dos protagonistas. El caracol puede ser visto como un abuso, y la mujer como apenas un suspiro. Solo me queda entonces una pregunta: ¿Qué estará pidiendo mi alma en estos momentos que me dice a gritos que coloque a una mujer a lomo de caracol?

sábado, agosto 05, 2006

Dédalo:

Existen en el arte obras maestras que uno sueña con haber inventado. Son de otras personas, pero por diversos motivos uno los siente tan cercanos al alma que uno desearía que fueran propias. Gabriel García Márquez lo hizo en sus “Memoria de mis Putas tristes” que es en últimas una excusa para hacer suya La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata, lo hace Picasso, cuando pinta los cuadros de otros para hacerlos suyos. Trató de hacerlo Gauguin con los Girasoles de van Gogh, aunque afortunadamente en ese caso no tuvo éxito su robo. Lo han hecho también algunos origamistas, algunos con mala intención y otros con cándida inocencia. Yo, hoy, lo hago con toda la intención y admiración hacia una obra maestra que no es propia (aunque uno siente que debería serlo).

Uno de los modelos que más me ha enseñado es el dédalo de Gabriel Álvarez. Un modelo de otros tiempos, que no busca el realismo o el hiper realismo, solo la expresión. La emoción. Así que me decido a buscar lo mismo, y para esto parto de una base que es, estructuralmente, similar a la usada por Gabriel Álvarez: Dos puntas para piernas, dos para alas. La intención, que no estoy seguro de haberla logrado por completo, es respetar aquella emoción que transmite el modelo original, solo que permitiendo decirlo a mi manera. Y eso es lo más difícil. Decir lo que dijo otro, volviéndolo propio, usando palabras que son ajenas. Pero las palabras, traicioneras, se vuelven propias aunque uno no lo quiera, y terminan haciendo que el modelo hable de uno más que de otro. Así, en el proceso de plegado ha surgido un dédalo que recuerda a su padre, pero que es sin duda distinto. Que vuela de otra forma, que añora de otra forma. Un modelo que cambia con el vuelo


No sé si Gabriel Álvarez lea esta entrada, pero sobra decir que este modelo es para él.

"Tengo una terrible necesidad
¿diré la palabra?
de religión...
Entonces salgo por la noche, y pinto las estrellas"
Van Gogh

10000 + 1

Hace algunos meses observaba, desde la barrera, una idea que hablaba sobre el oráculo. No era el de delfos, sino el de google. Un moderno adivino que obsequiaba a los visitantes, llenos de preguntas, respuestas que a veces son oscuras y engañosas, y otras veces son de una claridad que asusta… Provocativamente, esa idea se convirtió en un puerto al que visito todos los días. Hace algunos meses, menos de los que dije antes, observaba como celebraban los 10.000 algúnos de los blogs que son hermanos de este. Uno agradecía, el otro miraba atrás y descubría que había crecido. Hace algunos meses añoraba la mágica llegada a 10.000. Hoy, las soledades han sido plenamente concurridas. Con visitantes que han sido magos, críticos, enamorados, silenciosos, amantes…

Preguntando yo también al oráculo descubro maravillas que me permiten comprender que, en últimas también he construido un lugar ambiguo, oscuro y engañoso, y que a veces tiene una claridad que asusta.

Me he dedicado tambien a imaginar los rostros de los visitantes: Aquel que llegó buscando “mujeres en hilos” y que llegó a las soledades de babel. Pobre. Uno anhelando piel y viene a encontrarse con palabras. Aquel que buscaba sobre las “soledades de Ana” que en últimas no sé quien sea, pero que imagino que se siente sola. Existen también quienes han venido buscando diagramas o modelos nuevos para plegar, esos casi siempre han salido decepcionados… Y también, existen aquellos que se han sentido felices con uno. Porque sí. Porque uno dijo la palabra justa en el momento justo y con el tono justo. Y quienes se han sentido heridos, o defraudados. Otros han venido buscando mitos y se han sorprendido encontrandolos en papel, y otros han tenido la capacidad de leer lo que he escrito con más claridad que la que yo escribi. Esos sobretodo me sorprenden.

Hoy, he llegado a los 10.000 y encuentro que no hay nada que celebrar…

He llegado también a los 10.001 y he descubierto que tengo mucho por agradecer. Especialmente agradecer al 1. Ese uno que ha venido y me ha dado las gracias, ese uno que se volvió compañía de las noches, ese otro uno que es un crítico implacable y detestable que por sobre todas las cosas considero maestro y amigo, ese uno que se casó conmigo y una vez al mes lee estas soledades, ese uno que entendió que busco convertir el origami en un medio para comunicar. Ese uno sin pelos en la lengua que se rodea de sus propios pliegues que con seis patas y un par de alas llenan los rincones. Ese uno que también es colombiano y que no lee todos los días, pero que siempre esta pendiente. O ese otro uno que se queda despierto hasta las 3 de la mañana para preguntarme como estoy y que sin duda pliega mejor que yo aquello que yo mismo creo. Ese uno que supo entenderme mejor que yo mismo. Ese uno que se sorprende, ese uno que regresa ese uno que esta aquí en este momento…

Solo me resta, a todos esos unos decirles algo: 10.001 gracias, a cada uno de ellos…