Escribo cuentos que nadie lee
y cuento historias que nadie escucha.
Pasa
cada cierto tiempo
que termino algo
y me miro en el espejo.
Tanto nos conocemos
mi reflejo y yo
que con sólo mirarme
ya sé de qué me acusa.
Pintas rostros que nadie admira
y caballos que sólo corren
en los ladrillos fríos que forman mi pared.
Imaginas relatos
y pájaros
y pliegues
(y silencios...
imagino siempre
tantos silencios)
Pero yo sé
que son siempre gritos
y mensajes que salen
como botella en el mar
que sabe que no tendrá respuesta.
¿Para qué sigues?
¿Para qué pintas, para qué bailas, para qué cantas, para qué escribes?
No importa,
le digo.
A mi puerta ha venido
un colibrí.
martes, marzo 26, 2019
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