jueves, octubre 21, 2010

Cajón de sastre

Los origamistas tenemos, casi siempre en una habitación oscura donde pocas personas cercanas tienen acceso, un cajón de sastre. Para quienes no conocen el concepto (quizás, demasiado coloquial) el cajón de sastre se refiere a una caja en la cual los maestros de la aguja y el hilo guardan tanto aquellos proyectos que no llegaron a buen término, como los retasos de prendas terminadas. 

Los origamistas también tenemos nuestro cajón. Es cierto, no todos lo ubican en una habitación oscura, pero siempre lo tenemos. En él ponemos modelos inconclusos que esperamos que "en otro momento podamos terminar", o ideas que "aún no resultan como quiero", o incluso pedazos de modelos que pensamos que "tal vez pueda usarlo en un modelo diferente..." Casi siempre es una ilusión tonta. El cajón de sastre en muchas casas no es más que un agujero negro. 

Es cierto, estoy exagerando un poco, porque claramente no todos los cajones de sastre son iguales. Algunos, con un hambre voraz se van devorando todo lo que hacemos. Ya nos les vasta con modelos que no se terminaron, a veces incluso empiezan a llenarse con obras que meses atrás formaban parte de una vitrina, incluso de alguna exposición. Hay cajones, que con su sed infinita se llevan a su abismo modelos que no deberían terminar en cautiverio.

Sin embargo, en extraños días en los cuales se efectúan confusas conjunciones astronómicas, los origamistas nos atrevemos a poner nuestras manos en el interior de dicho cajón. Es un asunto que no deja de ser arriesgado, pues uno mismo corre el riesgo de ser engullido por sus fauces de cartón o plástico. Pero cuando se vence en tan singular combate, nos encontramos modelos que no merecían vivir allí, modelos que desean nadar por nuevos mares.

Hace poco he entrado en mi cajón de sastre, y este modelo me ha pedido salir. Esperemos viaje a buenos mares

 

martes, octubre 19, 2010

Mariposa Austral


Hace unos meses, tuve el enorme placer de pasar unos días en Chile. Allí, me enamoré de la calle y de lo que enseñaba un país maravilloso, lleno de influencias, lleno de formas de hacer las cosas. No pude dejar de maravillarme al encontrar esa mezcla tan tipica de los suramericanos, y al mismo tiempo tan profundamente diferente al resultado que cada día veo aquí en Colombia.

Me deleité en sus diferencias, y me sorprendí con nuestras semejanzas. Aprendí mucho sobre su gente y su cultura, sobre su imaginario propio, y sobre el imaginario que el mundo percibe sobre ellos. 

Viéndolos, y sobretodo hablando con ellos, aprendí también algo sobre mí. Para aprender de uno siempre resulta útil mirar también al otro. Ha de ser por eso que dicen que el viaje no lo hace el destino sino el trayecto. Probablemente sea también por eso que digan que el verdadero viaje es el que realiza tu alma en el trayecto, en cada curva, en cada estación.

Una de las estaciones de ese viaje me llevó a plegar con algunos de los origamistas chilenos. Fue una experiencia maravillosa. Pude compartir con ellos el proceso de creación del cisne que hace unos meses presenté (y debo confesar que con confusos resultados para muchos de los asistentes, y genialidades para otros). Pero lo que mas pude compartir fue, precisamente, sobre esa filosofía de creación que el cisne representaba. En ese aspecto el resultado fue maravilloso.

A todos los origamistas de Chile que compartieron conmigo esa noche, quiero dedicarles este modelo, que surgio poco despues de la reunión y que apenas hoy coloco en soledades. Es para ustedes, en agradecimiento.






viernes, octubre 08, 2010

todo comenzó por las orejas...

Hace algunos meses, algunos de los origamistas más importantes de américa latina comenzaron un proyecto que sonaba, por demás, apasionante. Una revista, una pequeña esquina del mundo en la cuál pudiera refugiarse, y a un tiempo mostrarse, algo del origami que desde el sur vuela al mundo.

Esa revista ya ha llegado al número dos, y en este he contado con la enorme suerte de ser invitado a participar. Y algo logré hacer para la revista. Algo que comenzó por las orejas.

Bien saben los lectores de soledades que muy poco diagramo. Me parece que la diagramación en sí es todo un arte, no sólo por el hecho de dibujar hermosamente, sino por el reto que implica sorprender y guiar a un mismo tiempo. En términos reales, la diagramación es cada vez más un arte perdido, reducido por muchos a la técnica. Pero me estoy desviando de la idea. Decía que poco diagramo, y sin embargo, en honor de la revista algo logré diagramar.



El resultado, muy a mi pesar, tiene algún par de errores que espero poder corregir pronto. Espero también que dichos errores no eviten a los plegadores del mundo plegar el modelo. Pero lo que más espero es que todos disfruten la revista. Y si el zorro no resulta de su agrado, los invito a que vean el resto de la revista, que algo maravilloso hay para todos. Y mejor aún, cuando se enamoren del zorro no duden en comentar.

La revista puede descargarse aquí. Y los diagramas del zorro, lógicamente, en el interior de la revista.