lunes, marzo 26, 2007

Murmulencios

Las mujeres están hechas de palabras. Las mujeres están hechas de silencios.

A mi me gustan las palabras (y también, como no, las mujeres). De hecho, estas soledades han sido una excusa para jugar con ellas (las palabras), para conocer nuevas, para reamar viejas. Quisiera, como no, manejarlas como lo hacen los maestros, aquellos que también gustan de ellas. Porque la palabra escrita es como un vicio, como una condena y un destino al que de a poco vamos llegando todos. Precisamente en estos días, los niños de Medellín se pasan hablando de palabras. La actividad me parece bonita, aunque ya se ha hecho en exceso: Grupos de niños inventan palabras, o inventan significados.

De la lista de palabras resultante, hay una que me encantó: Murmulencio.

¿Qué es un murmulencio? Dicen los niños que los murmulencios son murmullos que se escuchan en silencio.

He oído murmulencios alguna vez, sobretodo en el campo, sobretodo en la noche. Suenan cuando nadie quiere oírlos, cuando abundan los silencios que tememos y los que disfrutamos. Los expertos en murmulencios suelen ser, precisamente, los espantapájaros, expertos en hablar el lenguaje de las aves y el de los silencios. Expertos en espantar los pájaros de la soledad.



Conocí a una mujer a quien llamaba espantapájaros porque cuando estaba a su lado los pájaros de la soledad hacían su nido en otros bosques. Conocí a una mujer experta en murmulencios, a otra experta en murmullos y a otra experta en silencios.

A veces pienso que las mujeres también están hechas de murmulencios...

martes, marzo 20, 2007

Paralelos

Algunos de los amigos cercanos saben que he tenido un cambio enorme en la vida. Entre esos cambios, hay diferentes escalas de preocupación, de prioridades, de urgencias. En estos cambios de vida, he debido renunciar al Internet, y eso me ha resultado preocupante porque, entre otras cosas, muchos de los amigos a los que quiero los frecuento por Internet noche a noche. Uno de esos amigos se encontraba en un momento complicado de la vida, y yo solo pude escucharlo a medias, leyendo con retardo lo que escribía en su blog.

Curioso porque pasábamos cada uno a su manera por momentos complejos aunque harto disímiles el uno del otro. Por estos meses dejé de plegar, de amar el papel.
Obligado por un encargo que me hicieron de un modelo que sirviera de regalo a una mujer que obtenía su grado como música, volví a tocar el papel. El modelo que plegué lo hice para ella, claro está, y le entregué el original, el primero, aquel que siempre guardo para poder repetir la figura más tarde, cuando sea su tiempo.

Después de entregar auqel pianista que plegué supe que ese músico amigo a kilómetros de distancia estaba pasándolo mal, y decidí volver a plegar el modelo para él. En este momento quisiera poder enviárselo, pero la restricción presupuestaria lo impide, así que solo puedo enviarle un par de fotos.





Espero que la música siga iluminando su vida, como lo empieza a hacer para una mujer que apenas recibe su grado en música. Buena música emejota, y no olvides que no solo la técnica emana del espíritu, también emana el arte. El verdadero arte, el de vivir.

lunes, marzo 19, 2007

Silencio

Quizás la parte más importante de un diálogo es la que corresponde al silencio. En los tiempos en que vivimos rara vez dejamos que el silencio reemplace a la palabra, y es una pena, porque dice tanto un silencio que, a veces, es mejor que la palabra. Lo complejo del silencio suele ser su comprensión, porque así como hay palabras poli significantes casi todo silencio encierra múltiples sentidos. Pero le tememos al silencio.

Es un fenómeno que me parece precioso en la conversación. Tememos llegar al silencio, porque una vez en él no sabemos como romperlo. Y eso me alegra, porque implica que aún reconocemos algo de magia en el silencio que nos impide romperlo.

Las últimas semanas este blog ha tratado sobre el silencio. Y como en toda conversación con uno mismo ha llegado un momento en el cual he debido empezar a hablar de nuevo, y he temido hacerlo. Pero ese silencio de estas semanas me ha enseñado mucho. Ha sido un silencio de múltiples formas, razones y significados. Ha veces fue debido a que odiaba el mundo, y otras a que lo amaba profundamente. A veces fue un silencio por obligación, porque simplemente “no tenía nada que decir”, otras veces fue un silencio por necesidad y otras uno impuesto. Pero ha sido un silencio que me ha enseñado cosas. Una, que me ha resultado dolorosa, tiene que ver con el valor de estas soledades. No hablo esta vez del valor propio, ni de aquel que mencioné hace unos meses, hablo del valor que le dan los otros. Ha sido un silencio que me ha permitido responder, sin proponérmelo, una de las preguntas de la entrada anterior. Durante los meses en que he guardado silencio la parte más importante del blog hizo lo mismo. Me refiero por supuesto al otro, al lector, a ese voyerista que solo visita para llenarse de imágenes, para robar otros puertos, a ese lector que dejó esta soledad completamente sola.

En estas semanas 4 personas, a las que quiero agradecer, visitaron estas soledades y lanzaron una botella al mar esperando que alguien respondiera. A Eric, a obi, a untalgregorio, y a una anónima con rostro de mujer, gracias por leer, por preguntar, por esperar una respuesta. Esta entrada es para ustedes.