Camino por una calle del poblado, un barrio de clase alta de Medellín. Frente a mi dos mujeres que algunos nombrarían “bien“ caminan. Entre paso y paso hablan y yo escucho.
»... Y entonces me dijo “párate de frente, yo te valoro“
* ¿Pero con ropita o sin ropita?
» No, así vestida... pero luego me dijo “súbete la blusa yo miro“
* ¿Y qué dijo?
* ¿Pero con ropita o sin ropita?
» No, así vestida... pero luego me dijo “súbete la blusa yo miro“
* ¿Y qué dijo?
Entonces llegan al semáforo que cambia de color y ellas cruzan la calle en una sola carrera. Yo me quedo detrás y un lento y pesado río de carros nos separan.
No supe como valoraron a aquella mujer que caminaba. Bien pensado, no supe nunca si hablaban de una cita médica o del casting para una película porno, de cirugía plástica o de modelaje.
Me quedé con la calle, con la duda, y con una historia sin final. Siempre he odiado las historias inconclusas.