martes, marzo 18, 2008

Los modelos que no fueron

Cada cierto tiempo uno cambia de vida. El universo confabula para obsequiarte con unos gestos altamente simbólicos que son síntesis perfecta de todo aquello por lo que uno lleva años trabajando y entonces, muchas veces y casi sin saberlo, la vida cambia. A veces esos gestos vienen dados de formas previsibles, y otras son sorpresas completas. Te gradúas, y cierras años de estudio. Te vas de casa, y cambia tu vida. Te haces padre, te hacen un homenaje, publicas un libro.

Hace algunos meses recibí distintos regalos, algunos pequeños, otros más grandes. No fue por cumpleaños, ni por navidades. Fueron regalos (¿o debería decir gestos?) recibidos por trabajo. Me enteré por pura casualidad que unos diagramas que entregué a una asociación origamística hace más de dos años serían publicados: El cuarto número de la revista que publica “Origami.art.pl” incluiría un daspletosaurio que es diseño propio. También resultó que la revista francesa “Le plie” publicó un jabalí propio, que resultó tan interesante para uno de los integrantes del grupo que destinó días y días a sacar una secuencia del plegado basándose en el cp. Y, el toque final a la alegría, un regalo hermoso dado por la AEP, que me invitó al evento de León 2008. Esos gestos me permitieron creer que la vida (origamística) había cambiado.

No conté, en esos momentos, de mis alegrías, pero en parte a eso es que debí el “renacimiento” creativo de los primeros meses de este año y de los últimos del año pasado. No conté, en esos momentos, pero incluso lloré al recibir la invitación de la AEP. No conté, en esos momentos, pero creo que todos lo supieron.

Es hermoso este universo que confabula para obsequiarte con unos gestos que son resumen de aquello por lo que uno lleva años trabajando. Hermoso sí, pero también curioso. Durante dos años (poco más o poco menos) trabajé en silencio por conseguir dicha invitación, que nunca llegó. Pero cuando dejé de buscarla los organizadores de León me dieron ese enorme regalo. Universo de magia este en que vivimos, que siempre te da aquello que necesitas y no aquello que deseas, que siempre te da aquello que deseas pero no siempre de la forma en que lo esperarías. Con el paso del tiempo unas alegrías a veces se vuelven tristezas, otras se transforman en dolores, y otras siguen siendo alegría a pesar de los pesares. No podré viajar al evento de León. No porque no quiera (que el alma lo desea), no porque no tenga los recursos económicos para hacerlo (que aunque no es fácil igual los he conseguido). No podré viajar porque me han negado la visa.

Yo me pregunto si las visas sean cosas normales en el quehacer del universo. Trozos de papel que te autorizan entrar a un país, aunque tantos entran sin permiso. Trozos de papel que te dan el derecho de gastar dinero en países extraños, de conocer, de vivir una experiencia de país ajeno al tuyo. Son cosas curiosas las visas, pues responden a tantas variables que pareciera que se otorgan por capricho.

No me pregunten si el hecho de que me hayan negado la visa me generó llanto o no, que sobra una respuesta que todos saben. No me pregunten si me ha causado dolor, que creo que ese puede leerse también en las palabras. Solo escribo. Me he quedado con dos mesas reservadas para exponer en España: una con modelos propios (las fotos de esta entrada son algunos de ellos) y otra con modelos de origamistas colombianos de Bogotá, Bucaramanga, Leticia, Medellín y no recuerdo que ciudades más. Me he quedado con papeles por enseñar, y por algunos modelos nuevos que algún día alegrarán estas soledades. Me he quedado, también, sin ponerle rostro a algunos amigos españoles que solo por palabras conozco. Me he quedado con las ganas de ver de nuevo a Saadya, y recibir de él aquellas preguntas que tanto tiempo me ponen a pensar. Me he quedado con ganas de ver los modelos propios plegados por Felipe Moreno. Me he quedado sin conocer a Román. Me he quedado sin perderme en los museos españoles. Me he quedado con unas palabras de agradecimiento que no pudieron agradecer. Me he quedado en mi país. En resumen, me he quedado.

En este momento me pregunto si no será que al universo le dio por ponerse literal y cumplir exactamente aquello que desee: ser invitado a España (que es distinto a estar en la convención española).

Me pregunto también qué será aquello que quiere enseñarme en este momento el universo, qué será aquello que sabe que necesito aprender. Solo me queda pensar aquello que desde hace unos años vengo pensando: las cosas siempre ocurren para bien, aunque no logres reconocerlas cuando ocurren, aunque no logres saber los motivos, aunque no logres entenderlas.

Un saludo a todos, y sirva esta carta como agradecimiento a tantas personas que hicieron de mi invitación un hecho posible. No lo olvidaré.