La vida, sin duda, se vive en color...
Una banda sonora de colores recorre la existencia en el día a día. Desde el gris metálico que suena temprano en la mañana y obliga a dejar la cama (y varios sueños con ella) hasta el negro que llena la noche o el doloroso blanco que puede cegar a medio día... Una banda sonora de colores es la que rige todo aquello que hacemos... y claro, sin duda, el color es importante... Eso aplica, como siempre al origami, a la foto final, al modelo terminado... al papel que elegimos para plegar.
Los modelos propios que, tímidamente la mayoría, se han atrevido a presentarse en sociedad con frecuencia han sido víctimas de extraños comentarios. Uno de los personajes de la entrada de “El circo” que plegué dicen las malas lenguas que ha sido muerto a cuchilladas... Los amantes, son tormentosos y llenos de sangre... Dafne no es verde, como el árbol que debería ser... en fin, solo es necesario dar un pequeño recorrido por los modelos que he creado para descubrir que, de colores hablando, hay una serie de complejas elecciones...
Veo el mundo en otros colores... En el fondo es fácil descubrir que todos vemos el mundo en colores diferentes, pero en mi caso es una frase literal: veo el mundo de otro color. Se escapan matices que para el resto son obvios, triviales. Nunca he logrado ver un arco iris, a pesar de pasar horas cuando era niño jugando con el prisma que se genera en la pecera buscando en vano: rojo, verde, amarillo, naranja, violeta, azul... colores negados muchos de ellos, que me hicieron ver un arco iris que solo tenía dos colores, y, cuando la suerte era mucha, tres. En el colegio, mis cielos fueron morados y mis ríos violetas, mis árboles verdes y mis prados cafés, el enorme toro cebú era de un hermoso verde porque el gris en realidad no se lograba distinguir; como homenaje real a la libertad de ser, independiente de la raza, mis mujeres eran naranjadas o incluso rojas (ese rosado traidor no existía en mi caja de colores) mis hombres eran albinos, y los negros eran negros, no cafés... El color de mis modelos con frecuencia me recuerda aquellas “diferencias de color”. Durante muchos años solo plegaba en blanco (el color no importaba a mis ojos) luego aprendí las artes oscuras del papel para origami y aprendí a plegar en un fondo entero... Solo hace pocos años aprendí a plegar usando colores. Toneladas de colores... Por supuesto, con frecuencia pliego en gamas que a juicio de aquellos que leen las figuras están herrados... pero a mis ojos ese es su color real. Ese es el color que ocultan, el que desean usar, el que desean ser... Existen lentes que ayudan a ver colores, pero nunca los he usado. Existen ayudas más sutiles (mamá: ¿con cual color puedo pintar esto?, amor mío ¿este papel sirve para plegar una jirafa?) pequeñas ayudas que no dejan de ser curiosas.
Lo de elegir la ropa es otra cosa de la que prefiero no hablar. La ventaja en todo esto es que a fin de cuentas ya la gente que me conoce me quiere a pesar del daltonismo, y la que no me conoce afortunadamente me es desconocida a mí también... Un abrazo, en blanco y negro para que todos, especialmente los daltónicos puedan recibirlo.
Una banda sonora de colores recorre la existencia en el día a día. Desde el gris metálico que suena temprano en la mañana y obliga a dejar la cama (y varios sueños con ella) hasta el negro que llena la noche o el doloroso blanco que puede cegar a medio día... Una banda sonora de colores es la que rige todo aquello que hacemos... y claro, sin duda, el color es importante... Eso aplica, como siempre al origami, a la foto final, al modelo terminado... al papel que elegimos para plegar.
Los modelos propios que, tímidamente la mayoría, se han atrevido a presentarse en sociedad con frecuencia han sido víctimas de extraños comentarios. Uno de los personajes de la entrada de “El circo” que plegué dicen las malas lenguas que ha sido muerto a cuchilladas... Los amantes, son tormentosos y llenos de sangre... Dafne no es verde, como el árbol que debería ser... en fin, solo es necesario dar un pequeño recorrido por los modelos que he creado para descubrir que, de colores hablando, hay una serie de complejas elecciones...
La verdad es simple: soy daltónico.
Veo el mundo en otros colores... En el fondo es fácil descubrir que todos vemos el mundo en colores diferentes, pero en mi caso es una frase literal: veo el mundo de otro color. Se escapan matices que para el resto son obvios, triviales. Nunca he logrado ver un arco iris, a pesar de pasar horas cuando era niño jugando con el prisma que se genera en la pecera buscando en vano: rojo, verde, amarillo, naranja, violeta, azul... colores negados muchos de ellos, que me hicieron ver un arco iris que solo tenía dos colores, y, cuando la suerte era mucha, tres. En el colegio, mis cielos fueron morados y mis ríos violetas, mis árboles verdes y mis prados cafés, el enorme toro cebú era de un hermoso verde porque el gris en realidad no se lograba distinguir; como homenaje real a la libertad de ser, independiente de la raza, mis mujeres eran naranjadas o incluso rojas (ese rosado traidor no existía en mi caja de colores) mis hombres eran albinos, y los negros eran negros, no cafés... El color de mis modelos con frecuencia me recuerda aquellas “diferencias de color”. Durante muchos años solo plegaba en blanco (el color no importaba a mis ojos) luego aprendí las artes oscuras del papel para origami y aprendí a plegar en un fondo entero... Solo hace pocos años aprendí a plegar usando colores. Toneladas de colores... Por supuesto, con frecuencia pliego en gamas que a juicio de aquellos que leen las figuras están herrados... pero a mis ojos ese es su color real. Ese es el color que ocultan, el que desean usar, el que desean ser... Existen lentes que ayudan a ver colores, pero nunca los he usado. Existen ayudas más sutiles (mamá: ¿con cual color puedo pintar esto?, amor mío ¿este papel sirve para plegar una jirafa?) pequeñas ayudas que no dejan de ser curiosas.
Lo de elegir la ropa es otra cosa de la que prefiero no hablar. La ventaja en todo esto es que a fin de cuentas ya la gente que me conoce me quiere a pesar del daltonismo, y la que no me conoce afortunadamente me es desconocida a mí también... Un abrazo, en blanco y negro para que todos, especialmente los daltónicos puedan recibirlo.
"Ojos que no ven, corazón que debe sentir el doble"