Hay quienes vamos por la vida
cargando las cicatrices, siempre visibles,de una ruptura.
Tratamos de esconder aquellos rotos
como quien esconde un agujero en un vestido:
una sonrisa quizá,
algún asomo de inteligencia.
Pero lo cierto es
que por cada uno de aquellos agujeros
se nos mete el frío
y la tristeza.
¿Entiendes ahora, amor mío,
por qué digo que te amo, costurera?