jueves, septiembre 28, 2006

Hada(o)

***
Me lo dijo Raquel y tiene toda la razón... Me lo dijo Román antes que Raquel, y Felipe en el medio de ambos. Y todos tienen razón. La figura, más que Hada parece Hado... Así que por ahora cambio el nombre y el primer párrafo de esta entrada, aunque aún no el nombre de la foto. Pero ese cambiará pronto, que todos tienen razón. Eso es lo que pasa cuando uno escucha a sus buenos críticos, aquellos que siguen visitando esta página día a día y noche a noche. A ellos gracias...
***

La mayoría de las personas, al escuchar la palabra hada piensan en dos opciones: o aquellas hadas como la hermosa campanita de Disney, o en aquellas hadas similares a las presentadas en los libros de los cuentos infantiles (bueno, esta no es tan infantil...) Yo, confieso, nunca me he tropezado con ninguna, ni de las de cine ni de las reales (excepción hecha de una mujer que adoro cuyo nombre es ese). No deja de ser curioso no haber encontrado a ninguna de esas criaturas mágicas, dado que son seres que están presentes en la mayoría de las culturas del mundo: Desde Irlanda hasta Colombia pueden encontrarse sus rastros en el folclor y en los cuentos de cuna. En Colombia, por ejemplo, se menciona un pequeño ser equivalente al Pixie, o los Meneses, famosas luces que también recorren europa aunque con un nombre diferente...


Pero, a diferencia de las hadas del cine, en la mayoría de cuentos y relatos populares las hadas no son seres buenos. Tienen malicia y travesura en exceso. No miden las consecuencias de sus actos por lo que con frecuencia terminan generando dolor entre quienes con ellas se encuentran. Incluso, podría pensarse que son malas. Mucho. Y, además, no siempre son bonitas. De hecho, dentro de todos aquellos seres que podrían introducirse en la categoría de hadas muchas de ellas son horribles porque buscan la tragedia del hombre.


En origami existen varias, aunque no muchas. Las más famosas y hermosas son las de David Brill y Kimura, figuras harto distintas ambas, pero harto bonitas. Existe también una creada por David Derudas y publicada por el CDO (Centro Diffusione Origami) y una más de Fernando Gilgado.

Como muestran las fotos, yo he plegado una. Se parece más a la de Peter Pan de Disney que a la original que era simplemente una luz que se proyectaba en el escenario y nunca hablaba (aunque aclaro que la mía tampoco habla)… Espero sea un modelo bonito para observar.



Espero la disfruten y, si quieren crear una les recomiendo que, además de mirar las imágenes que google ofrece o las películas que las dibujan, separen sus manos unos 20 o 25 cms, luego golpeen una con otra las palmas de sus manos repitiendo el mismo proceso por lo menos tres veces. Al mismo tiempo deben pronunciar aquellas mágicas palabras que dicen: “creo en la hadas, creo en las hadas, creo en las hadas”

Saludos a todos, y buenas hadas en su camino

domingo, septiembre 17, 2006

Agua Sonora

Años atrás un compañero me enseñó una ilustración que desde esa época ha llenado mi cabeza gota a gota: Hermosos caballos, blancos como la espuma, surgían desde el agua invocados por una mágica voz que hacía que nada pudiera enfrentarse a su paso. Años después supe que aquellos caballos de agua formaban parte de una escena de un texto mágico (y sí, también de una película) que me conmovió profundamente. En cierta medida eso generó un amor por los caballos, pero más aún por aquellos seres que del agua surgen. En mi caso ya había trabajado sobre ese tema como una forma de intervenir uno de los cuadros japoneses más famosos, pero no sé de otros origamistas que hayan trabajado este modelo en particular.

Sin duda, los caballos son seres hermosos. La historia del hombre no sería la que es sin la presencia de aquellos seres que han sido más que una simple compañía para el hombre. El Quijote sin Rocinante sería literalmente un caballero “andante”, D’Artagnan debe parte de sus aventuras a otro famoso jamelgo y las Valquirias, sin caballos, no podrían recorrer los campos en busca de guerreros para el Valhala … Es triste, sin embargo, que tantos caballos tan hermosos no tengan nombre … La mitología griega está llena de caballos hermosos, pero ninguno de ellos responde a una palabra que lo marque, que lo nombre: Son caballos los que guían el carro del sol sobre la bóveda celeste, son famosas las yeguas de Diomedes, los caballos de las amazonas y, por supuesto, es famoso el caballo de Troya.
Algunas mitologías, sin embargo, han dado nombre a sus caballos, entre ellas la normanda y, por supuesto, la creada por Tolkien (que aunque no es mitología en un sentido estricto, poco a poco parece conseguirlo)

En origami el tema de los caballos es recurrente, aunque el de los caballos míticos es mínimo. Aparece solo el hermoso Sleipner (que traducido significaría: resbaladizo) caballo de Odín, una creación de Kamiya. Por supuesto que podrían incluirse en la lista pegasos y unicornios, pero es difícil incluirlos en la categoría de “caballos puros.” Por supuesto, pueden señalarse como caballos famosos del origami el de Brill, Miyajima, Komatsu, Diaz, Wu, Voyer (diagramas), Saadya y Lang (gracias a Felipe por la ayuda con la lista)

Este en particular, es una adaptación del hermoso caballo creado por Román Diaz. He usado la misma secuencia de plegado que diagrama Román en OPI en la cabeza y patas de su caballo, sin embargo la base es completamente diferente. Hace mucho no creaba algo partiendo de la variación del trabajo de otro, y sin duda no deja de ser un proceso encantador. El honor del modelo sin dudas es todo suyo.

Solo resta contar sobre su nombre. No sé escribir en élfico, eso es claro, pero su nombre me pareció hermoso: “agua sonora” (Bruinen). Quisiera, como no, haber podido escribir su nombre en alguna de esas lenguas de criaturas mágicas, pero mis conocimientos están lejos de llegar a tanto. Si algún fanático aprende como escribirlo quedo pendiente de los comentarios.

Un abrazo a todos




***

Raquel, desde España, me envía el nombre Bruinen en élfico. No sé como suene al pronunciarlo, pero al menos sé que se ve bonito. Gracias a Raquel.

lunes, septiembre 04, 2006

Otros vientos

Todo comenzó con este barco, protagonista de los 8 versos. ¿Lo recuerdan?




Pues bien, ese pequeño barco ha navegado en los mares de aquello que podría ser creado durante algunos días, pidiéndome primero un delfín que lo acompañe, y luego, otros barcos más que pudieran llegar a puerto en su compañía. Fabián Correa, un compañero de LAO me sugirió ayer la idea de un rostro que acompañara la barca (cosa horrible esa que nos paso en LAO, que ya solo pensamos en rostros.) Esa idea me pareció hermosa. Podría ser quizás la imagen de un gigante que surgiera del fondo del océano, algún viejo titán o algún antiguo dios que gustara de jugar con aquellos barcos perdidos en el tiempo. Podría ser también que ese rostro fuera la imagen de algún coloso hoy hundido por las aguas, pero, en mi caso, he preferido mostrar a Eolo, dios de los vientos, dios viento, como un deseo y una petición de buenos vientos por venir. Para todos. Vientos que auguren un buen regreso a Itaca, aunque hacia ella el viaje fue tormentoso, vientos que traigan dulces cambios en la dirección que el alma los requiere, vientos que refresquen aquello que necesita ser refrescado… Pero pedir por vientos es una cuestión peligrosa. Un refrán popular ya entrado en desuso tenía a bien decir: “siembra vientos… y cosecharás tempestades”… Y pocas veces deseamos tempestades.
En las mejillas de Eolo se esconde el aire, que a veces es brisa suave y otras huracán. Se esconden consecuencias.


Hablando ahora en términos de papel, pedirle a una hoja (cuadrada como siempre) que oculte en sí vientos, barcas y mares no es una tarea simple… O quizás pedirlo sea simple, lo difícil sea conseguirlo. ¿Cómo puede representarse el viento? ¿Cómo ver aquello que es invisible? He encontrado en este modelo una respuesta que suelo odiar: viendo las consecuencias, no las causas. Pero en este caso por la vía de descubrir los resultados pueden imaginarse los motivos. Un oleaje tímido, una onda se desplaza sobre la superficie del papel permitiendo al espectador imaginar el viento que sale. Los cachetes del modelo (aunque sin boca que lo acompañen) guardan vientos que envían lejos aquella barca (si, lo sé, también podría leerse que en vez de enviar atraen, y que lejos y cerca siempre dependen del lugar en que uno se encuentra.) Las mejillas de Eolo cargan en sí los vientos que impulsan el modelo hacia otros mundos. Vientos de cambio, como los del origami.
Este modelo, aunque realizado en papel, en una sola hoja cuadrada y sin cortes, esta lejos de ser lo que se denomina origami tradicional. Aunque es posible “estandarizar” el modelo y obtener mediciones exactas para cada punto, para cada ola, confieso que no he usado ninguna. La confesión no es extraña, lo sé, porque quienes me conocen saben que mis modelos rara vez obedecen a puntos y medidas exactas. El barco se encuentra donde quiso estar, y las olas donde a bien tuvo el viento llevarlas. Otro tipo de modelos, otro origami, otra forma de decir más cercana a la escultura, pero aún y sin ninguna duda: Papel Plegado.
Por ahora solo me queda desear a los lectores: “buen viento, y buena mar”