miércoles, enero 24, 2007

Complejidad:

“… para el verdadero artista del Romanticismo, el virtuosismo técnico del Estudio debía estar siempre subordinado a lo expresivo”. El texto proviene de La idea del norte, un blog sobre música que rara vez habla del tema (aunque dos cosas merecen ser dichas de paso: Cuando de música habla, tiene toda la propiedad para decir lo que dice, y, cuando no habla de ella, resuenan acordes y melodías en cada palabra en él escrito).

Algunos origamistas realizan modelos absolutamente impresionantes por una razón muy simple: porque pueden. He de confesar que esos modelos rara vez me han gustado. Me asombran, eso sí, pero no tañen las cuerdas del alma propia (he aquí una excepción y aquí otra). Resulta injustificado el valor que le damos al alarde de la técnica sobre la expresión, pero ésa no es una cuestión propia del suramericano. Parece ser una cuestión propia de la modernidad, un remanente del proceso de industrialización. Sirva de ejemplo Ashipin, quien a mi juicio, es uno de los mejores origamistas del mundo. Su trabajo es precisamente un elogio de la expresión por encima de la técnica (aunque su técnica abunda), sin embargo es poco reconocido por los origamistas de otros continentes. Para la mayoría de creadores en el mundo (Ashipin incluido) resulta casi imposible combatir con el despliegue técnico de un Kamiya o un Chang.


Sin embargo, hacer modelos que sean un alarde técnico tiene sus ventajas para el espíritu. Probarse a uno mismo que se puede realizar una figura que parezca, a todas luces, sorprendente o que obliguen a llevar los conocimientos al límite, es un pequeño placer propio.

Pocas veces, en mi caso, he trabajado sobre modelos que sean un alarde técnico. Parte se debe a que normalmente no tengo una técnica de la cual alardear, y parte al elogio de lo simple que predico y, cuando puedo, aplico. KISS: Keep it Simple, stupid. En mi caso, la búsqueda ha sido siempre lo expresivo, no lo técnico.

Este modelo es una de esas excepciones: un modelo hecho simplemente para probar al reflejo que me mira desde el espejo que sí puedo.





El tema del modelo tiene lógicamente diversos antecedentes. En 1960 comenzó un boom norteamericano del origami. En esos tiempos, surgieron modelos complejos que unían dos o más motivos en una sola hoja de papel. Lógicamente, en esos tiempos, los hombres a caballo no fueron la excepción. Jinetes y caballos de una sola hoja, casi todos de rectángulos y algunos con cortes, fueron naciendo a la luz de un alarde técnico. Un ejemplo típico es el "Moro a Caballo" del argentino Adolfo Cerceda, un modelo que parte de un rectángulo y al cual se aplica un corte paa obtener las orejas. En tiempos más modernos, pocos modelos con ese tema han aparecido, y más pocos aún han deslumbrado. Peter Engel tiene alguno en Origami: from angel fish to zen, John Montroll tiene otro, David Brill tiene uno que sale de un rectángulo y que publicó en Brillant origami, y Saadya alguno más, que nunca ha sido publicado. Me falta por recordar a Jason Ku quien tiene un nazgul, elogio de lo complejo, que clasifica como una variedad de jinete a caballo.

Los motivos de lo poco plegado de este modelo quizás se deban a algo que señaló Yoshizawa y que repitió Brill: “Caballos y humanos existen separados… ¿Por qué hacerlos en una sola hoja?”

A pesar de lo cierto del comentario, yo presento ahora esta figura. Jinete y caballo nacen de un cuadrado sin cortes, como es la tradición. Las piernas del jinete, una vez terminado el modelo, son libres de agitarse al galope del caballo. No sé si en las votaciones que se hacen sobre los mejores modelos sobre un tema llegue acaso a destacar entre los primeros. No sé si termine en el cajón de los modelos olvidados o alguna vez plegados. Sé, por ahora, que es un modelo que me ha puesto orgulloso. ¿Por qué? Simplemente porque me demuestra algo: que puedo.