» Hoy el mar está tranquilo
+ ¿Por qué lo dices mi niño?
» Estuve escuchando con mi caracola en el oído, y no se escucha que haya tormenta.
+ Tienes razón mi niño dulce: en tu mar no habitan tormentas.
Algún día, tal vez, le contaré lo que suena en aquella caracola. Pero hoy, en su voz, yo también escuchó un mar en calma.