domingo, mayo 25, 2008

El alma curva

El arte, cualquiera que éste sea, es un proceso de investigación. Por un lado, se investiga para obtener un nuevo conocimiento del sujeto de estudio y de la relación que con él pueda entablarse. Por otro lado, el sujeto de estudio suele resultar ser el creador mismo. Es un asunto complejo de explicar. Es un asunto de voz. En el arte no solo se estudia el medio y la técnica. No es cuestión de solo conocer los pliegues, las texturas de los acabados, los papeles justos. La búsqueda real suele ser simple y llanamente un asunto de voz. Un asunto de darle voz al alma. En mi caso, el lograr que dicha voz se transmita en los modelos suele ser una búsqueda especial, una de las esencias del proceso creativo, y quizás la parte más ardua.



Ya en alguna ocasión manifesté la necesidad de una técnica que permita la correcta expresión de la emoción, partiendo del principio lógico de que necesitamos una forma de decir lo que llevamos adentro. Pero cuando hice ese llamado olvidé considerar algo: A veces parece que adentro no llevamos nada.

Si entendemos que el proceso de creación es un proceso en el cual se explora el interior del creador, y su forma de materializar en el papel, entendemos que como creadores necesitamos nutrir el interior para encontrar qué decir.

Insisto, no es asunto de técnica, es asunto de voz. Pareciera que a veces no tenemos nada por decir, y entonces los modelos quedan vacios, sin voz, aunque sean verdaderos alardes técnicos. Visto de otra forma: Es el alarde de la técnica sin intención expresiva.

Se nos plantea entonces una dulce paradoja: Por un lado necesitamos la técnica para decir; por el otro, necesitamos qué decir para poder desarrollar la técnica. Porque en algunos casos, no existe técnica para aquello que deseamos decir.

En cierta medida, la explosión creativa que se ha venido observando desde hace algunos años es una consecuencia de esta búsqueda por técnica. De repente, aparece un origami modular que parecía rezagado y olvidado, renace el boxpleating con impresionantes manifestaciones, aparece como nuevo el diseño de teselados, aparece el origami hiper complejo, aparece el modelado en papel, aparecen también las curvas. Aparecen, en resumen, nuevas formas de decir que empujan paso a paso hacia dimensiones de la técnica que antes no existían.
He dicho que solo en cierta medida, pues en algunos casos esta explosión también es consecuencia de quienes buscan “hacia el interior”, de aquellos que pretendemos dar a conocer el alma en aquello que plegamos.


Esta búsqueda interna me ha llevado a tocar diversos tipos de modelos, que en algunos casos, requieren técnicas que me resultaban desconocidas. El eje principal de estas búsquedas ha sido, con frecuencia las curvas. Pero he de confesar que esta búsqueda me ha parecido fascinante, aunque no haya tenido resultados satisfactorios. Hace unos años mostré algunos de los hallazgos de dichas búsquedas en el trabajo de curvas. Las figuras que hablan en esta entrada son algunas más de ellas.

No sé si para quienes las observan se logrará ver que quiere decir el alma en ellas. Incluso, he de confesar que no sé si sean modelos que logren entenderse... Son modelos que considero “de diseño”. No son modelos realistas, y la verdad tampoco son modelos de alarde técnico (que de esos ya he hecho algunos). No son modelos llenos de ángulos y líneas, son más bien modelos de expresión. Son modelos que surgen de algo que pide el alma, aunque algunas veces no sea claro qué es lo que quiere pedir.