Algunos animales existentes deberían ser considerados seres míticos. El pangolín, por ejemplo, pareciera un animal mitológico. Pasa lo mismo con el dragón de mar, y también con el armadillo. La sola palabra parece mágica:
A r m a d i l l o, como si se armara a si misma. El armadillo también se arma a si mismo. Se vuelve pelota, y rueda para escapar, y luego, de nuevo se arma y se vuelve aquel extraño animal acorazado.
Sabiendo entonces que es un animal tan bello, ¿por qué existen tan pocos en origami? Hace poco hablaba con Eric Madrigal sobre eso. Me señalaba que el modelo, en realidad no parece ser complejo, quizás lo más difícil fuera lograr la adecuada distribución de franjas, pero en los tiempos modernos es un reto fácilmente superable.
Sabiendo entonces que es un animal tan bello, ¿por qué existen tan pocos en origami? Hace poco hablaba con Eric Madrigal sobre eso. Me señalaba que el modelo, en realidad no parece ser complejo, quizás lo más difícil fuera lograr la adecuada distribución de franjas, pero en los tiempos modernos es un reto fácilmente superable.
En realidad, creo que lo difícil es encontrar el alma del armadillo. No creo, de hecho, que este propio lo haya logrado tampoco, pero al menos resulta un excelente ejercicio para romper, de a poco, con esta falta de creatividad que me ataca por estos días.
De paso sea dicho, y revisando sobre modelos de este tipo, conozco tres modelos más: uno de Joseph Wu, uno de John Montroll y uno más, firmado por Anita F. Barbour. Sin duda estos modelos cumplen con lo básico, pero también ellos parecen carecer de ese algo que vive en las buenas figuras.
Eric ha tratado de “mejorar” uno de esos armadillos, que pueden ver en pajarita. Lo curioso es que Eric realizaba las modificaciones al tiempo que yo trataba de diseñar el mio. Como verán son modelos distintos, y seguramente el de Eric esté más cercano a la realidad, pero… ¿Quién ha dicho que la única intención del origami es reproducir la realidad?