domingo, enero 06, 2019

Propósito de año nuevo



Sufro de lo que parece ser una timidez artística. Es extraña y selectiva.

La mayoría de lo que hago en plastilina lo muestro por estos lados, sin vergüenza o pena alguna. Una suerte de exhibicionismo descarado. Allí no hay ninguna timidez.

Con el origami, en cambio, soy más selectivo. Muestro algunas cosas, aquellas que me tomo el tiempo de plegar en limpio en algún buen papel. El resto duerme en cajas regadas por la casa, esperando algún día ver la luz. Si, sé que es difícil de creer, pero aún pliego. De hecho, un libro completo está ya diagramado esperando sólo algún día pliegue y tome las fotos que los modelos merecen.

Con lo que escribo depende el día y la necesidad. Algunas cosas las muestro, otras las dejo en el olvido. Antes guardaba cosas para concursos que nunca ganaba o editoriales que nunca quisieron publicarme. Nunca he sabido si escribo mal o solo soy aburrido o tal vez repetitivo. Ya es poco lo que escribo, y menos lo que muestro.

Cuando cuento cuentos.... Bueno, ya nunca cuento cuentos, salvo como regalo a los que amo y me aman de vuelta.

Con lo que pinto, en cambio, muy pocas cosas muestro, y pocas veces considero son cosas buenas. No sé, es una paradoja que aún no entiendo en mi. Solo algunos pocos, excesivamente cercanos, conocen lo que hago. Arrumados uno sobre otro descansan decenas de cuadros que he pintado. Me digo a mi mismo que son estudios, bocetos para cuando algún día sepa pintar de verdad, y así me perdono (a veces) por dejarlos abandonados. Sufro de una timidez que no entiendo, que no me entiendo.

Esta semana estuve organizando algunas cosas. Cambio de año, supongo, y deseos vanos de una casa un poco ordenada para variar. Encontré en el olvido tantas obras, tantas cosas que a veces hablan de arte que decidí llenar las paredes de la casa, los muebles, las repisas. 


De repente vi... Belleza. Tan solo eso, belleza.

Este año trataré de mostrar un poco más de lo que hago. Primero en mis paredes, luego en las demás. No sé si sean cosas buenas o no, pero es por ahora mi propósito de año nuevo. 


¿Valdrá la pena?

jueves, enero 03, 2019

Buho (I)




A mi padre le gustan los búhos, lo sé desde que soy un niño.

Colecciona pequeños objetos con su forma, algunos de piedra, otros de cerámica, algunos tejidos, algunos de papel. El material nunca le ha importado mucho, sólo el búho que allí vive.

Con los años le he regalado algunos que me han parecido tienen su nombre en él. Que se le va a hacer, hay regalos así, que tienen nombre propio.

Y, aunque creo que regalar arte (o artesanía) siempre es difícil, pues debes adivinar el gusto de quien recibe y no solo seguir el gusto propio, en algunos casos como el de
la catrina de hace unos días o en el de este búho, es un gusto conocido y la suerte suele acompañar el regalo.


Me gusta, lo confieso, hacer yo mismo los regalos que entrego. Es dejar parte de uno en ellos.
Este es solo uno de una serie de 6 que ahora adornar su pared.
Pintado con Oleopastel sobre cartulina negra. En unos días iré mostrando los demás.

lunes, noviembre 26, 2018

Un amor en 100 palabras

Magdalena me dijo que me daba 100 palabras para enamorarla. Me quedan 88 y aún no sé qué decirle. Magdalena me ha dado 100 palabras y una esperanza. No es mucho, dirán algunos, pero eso es porque no la conocen como yo. Me quedan 45, y se me ocurre algo. Es una idea pequeña pero tal vez funcione.
Busco sus ojos negros, y me paro frente a ella. La miro, como si mirara por primera vez la ciudad y me pregunto si alguien habrá tratado de enamorar una mujer con 100 palabras.
Me decido y le digo:

» Hola, Magdalena.

miércoles, octubre 10, 2018

Llueve a cántaros



Llueve a cántaros.

...y a cocas y a baldes y a poncheras, a cubos, cubetas y a palanganas. A tazones, platos hondos, tazas de tinto y de café. Llueve a vasos, y a manos juntas, a bocas abiertas mirando al aire. A copas, cuencos y cuñetes. Llueve hasta a floreros de boca ancha, a jarras de jugo dispuestas para la ocasión, a tinajas de leche, bañeras e incluso lavamanos si pudieran llevarse afuera. Llueve a frascos de mermelada y de conservas, a canecas de recoger agua y a canecas de basura, a moldes refractarios vacíos, a botellas que antes tenían té o gaseosa o detergente o alguna cosa que ya dejaron de tener.

También a vasijas llueve.






Supongo yo que aquel sea el problema de llorar, que luego llueve.

sábado, octubre 06, 2018

Cotidianidades (XX)

Buena parte de mi trabajo consiste en entrevistar personas, preguntar sobre su vida, sobre lo que esperan del futuro. Mi trabajo consiste en escuchar historias y aprender de ellas. Escuchar y preguntar. Tan solo eso.

Hace unos días hablaba con un campesino, rondando los 50 años. Era un hombre de hablar rápido y palabras sencillas. Su voz, siempre baja, me hizo pensar en cuántos silencios habría escuchado.

» Yo no estudié, me dijo, porque mi papá no me dio de eso. Hice hasta segundo de primaria y me puse a trabajar en esto, con las matas y con la tierra.

+ ¿Le gusta?

» Si, ya si. Antes no tanto. A mi el campo me tocó, porque el campo es lo único que me podía tocar. Pero me enseñó mucho y me dio todo. El campo es así.

+ ¿Y los hijos? Le pregunto,

» Ellos si estudian. El uno tiene once, el otro tiene siete. Van al colegio por aquí.

+ ¿Y a ellos les gusta el campo?, pregunto.

El hombre se detiene de pronto. En su rostro un gesto de dolor. Es pequeño, casi imperceptible.

» Al que estudia no le gusta el campo, dice.

Es una certeza triste la que le llena la voz

+ No estaría tan seguro, le digo yo. Conozco quienes se van y estudian y luego vuelven. La tierra los llama y ellos regresan.

Lo veo alzar la mirada, con una intensidad que hasta ese momento no existía. Su rostro cambia. Sus ojos se tiñen de brillo. Sus labios se tensan. No son lágrimas aún, pero seguramente lo serán dentro de poco.


» ¿Usted cree?, pregunta...

Entonces lo entiendo todo, al fin.

Mi trabajo consiste en escuchar a personas hablar sobre su vida, sobre lo que esperan del futuro. Mi trabajo consiste en escuchar historias y aprender de ellas.

Pero a veces, sin saberlo, descubro que mi trabajo consiste en dar a alguien una esperanza.