domingo, julio 15, 2007

Otro ángel más

A veces olvidamos ser hombres de tierra o de maíz, y soñamos ser hombres de aire. Levedad y vuelo, pluma y ligereza. Los seres humanos sentimos una atracción especial por la ingravidez, por esa mágica sensación del vuelo. Creamos ángeles que son proyecciones de nosotros mismos intentando volar. Creamos mitos de Ícaros que se cuelgan un par de alas a su espalda y tratan de llegar al sol, de un eros que vuela lanzando amores a un alma que en tierra espera. Soñamos con volar, porque somos, aún, eternos soñadores.



En lo personal, no soy un devoto creyente de la angelología, aunque aún puedo recordar las categorías angelicales. Tampoco logré responder la pregunta teológica de cuántos ángeles caben en una cabeza de alfiler (aunque, verdades sean dichas, nunca traté de responderla). Me he cuestionado algunas veces por el sexo de los ángeles, pero ha sido por motivos plenamente artísticos y cuestionadores de la mitología propia: ¿Por qué, si me duele un dios sin sexo, no habría de dolerme un ángel con alas a cambio de piel?
No soy, como lo decía, de aquellos que ve ángeles en la calle (salvo a los amigos, que otra clase de guardianes son). Pero si soy, como no, un amante de aquellos seres con alas. Años atrás escribí una narración escénica que contaba de cuentos de amor entre ángeles y mujeres. Los ángeles eran ellos, y casi todos andaban por ahí perdiendo la cabeza (y las alas) por terrenales mujeres y celestes vírgenes. Otros años atrás creé un ángel de papel que, torpe figura, apenas lograba abrir las alas. Meses después, creé otro ángel más que casi quedó en el olvido, y un Serafín cuya cara habla de todo, menos de inocencia. Serafín cansado este último...

Lo cierto es, que no es acaso porque quiera crear ángeles sino más bien porque, como todos, anhele ponerle alas a mi espalda.




Este ángel que hoy presento no es otro más que uno que ya mostré meses atrás, pero esta vez envuelto en un cuadrado. Cambian sus alas, nutridas ahora por un exceso de papel, cambian sus manos, que ahora anhelan algo que sostener. ¿Qué sostendrías, acaso, si fueses aquel ángel con alas en tu espalda?

***

Versão em português (Untalgregorio)

Mais um anjo

Às vezes esquecemos de ser homens de terra ou de milho, e sonhamos ser homens de ar.
Leveza e vôo, penas e ligeireza. Os seres humanos sentimos uma especial atração pela ingravidade, por essa mágica sensação de vôo. Tentando voar criamos anjos que não são projeções de nos mesmos. Criamos mitos de Icaros que se penduram um par de assas nas costas e tentam chegar no sol; de um Eros que voa lançando amores a uma alma que na terra espera. Sonhamos em voar, porque somos, ainda, eternos sonhadores.

No pessoal, não sou um crente devoto da anjologia, porem ainda posso lembrar as categorias angelicais. Também não consegui responder a pergunta teológica de quantos anjos cabem numa cabeça de alfinete (porem, verdades sejam ditas, nunca tentei respondê-la) me questionei algumas vezes pelo sexo dos anjos , mais só por motivos plenamente artísticos e questionadores da própria mitologia: Por que, se me dói um deus sem sexo, não haveria de doer-me um anjo com assas a troca de pele?

Não sou, como tenho dito, um daqueles que vêem anjos nas ruas (tirando os amigos, que outra classe de guardiões são). Porem sou sim, como não ser, amante daqueles seres com assas. Anos atrás escrevi uma narração cênica que falava de contos de amor entre anjos e mulheres. Os anjos eram eles e quase todos andavam por aí perdendo a cabeça (e as assas) por terrenas mulheres e celestes virgens. Outros anos atrás criei um anjo de papel que, torpe figura, conseguia apenas abrir as assas. Meses depois, criei mais um anjo, que quase ficou no esquecimento; e um Serafim cujo rosto fala de todo, menos de inocência. Serafim cansado este último...

O certo é, que não é só porque queira criar anjos senão, mais bem porque, como todos, anseie pôr assas nas minhas costas.

Este anjo que hoje apresento não é senão um que já mostrei meses atrás, mais, desta vez, envolvido num quadrado. Mudam as assas, nutridas agora por um excesso de papel, mudam as mãos, que agora anseiam alguma coisa para segurar. Que segurarias, si fosses por acaso, aquele anjo com assas nas tuas costas?

jueves, julio 05, 2007

Fe mía

Aunque suene increible, me gusta la poesía...
Alguna vez quisiera cometerla con alevosía y premeditación, o mejor que ella me cometiera a mi... Quisiera escribir lo que escriben otros, con la maestría que lo hacen. Para la muestra, uno de aquellos poemas que habla, a un tiempo de aquel placer que nos atañe y de aquella que es nuestra única certeza.

Fe mía, de Pedro Salinas

No me fío de la rosa
de papel,
¡tantas veces que la hice
yo con mis manos!
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti, que nunca te hice,
de ti, que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.
(de Seguro Azar)

domingo, julio 01, 2007

Armadillo

Algunos animales existentes deberían ser considerados seres míticos. El pangolín, por ejemplo, pareciera un animal mitológico. Pasa lo mismo con el dragón de mar, y también con el armadillo. La sola palabra parece mágica:
A r m a d i l l o, como si se armara a si misma. El armadillo también se arma a si mismo. Se vuelve pelota, y rueda para escapar, y luego, de nuevo se arma y se vuelve aquel extraño animal acorazado.

Sabiendo entonces que es un animal tan bello, ¿por qué existen tan pocos en origami? Hace poco hablaba con Eric Madrigal sobre eso. Me señalaba que el modelo, en realidad no parece ser complejo, quizás lo más difícil fuera lograr la adecuada distribución de franjas, pero en los tiempos modernos es un reto fácilmente superable.
En realidad, creo que lo difícil es encontrar el alma del armadillo. No creo, de hecho, que este propio lo haya logrado tampoco, pero al menos resulta un excelente ejercicio para romper, de a poco, con esta falta de creatividad que me ataca por estos días.
De paso sea dicho, y revisando sobre modelos de este tipo, conozco tres modelos más: uno de Joseph Wu, uno de John Montroll y uno más, firmado por Anita F. Barbour. Sin duda estos modelos cumplen con lo básico, pero también ellos parecen carecer de ese algo que vive en las buenas figuras.
Eric ha tratado de “mejorar” uno de esos armadillos, que pueden ver en pajarita. Lo curioso es que Eric realizaba las modificaciones al tiempo que yo trataba de diseñar el mio. Como verán son modelos distintos, y seguramente el de Eric esté más cercano a la realidad, pero… ¿Quién ha dicho que la única intención del origami es reproducir la realidad?