Pues bien, ese pequeño barco ha navegado en los mares de aquello que podría ser creado durante algunos días, pidiéndome primero un delfín que lo acompañe, y luego, otros barcos más que pudieran llegar a puerto en su compañía. Fabián Correa, un compañero de LAO me sugirió ayer la idea de un rostro que acompañara la barca (cosa horrible esa que nos paso en LAO, que ya solo pensamos en rostros.) Esa idea me pareció hermosa. Podría ser quizás la imagen de un gigante que surgiera del fondo del océano, algún viejo titán o algún antiguo dios que gustara de jugar con aquellos barcos perdidos en el tiempo. Podría ser también que ese rostro fuera la imagen de algún coloso hoy hundido por las aguas, pero, en mi caso, he preferido mostrar a Eolo, dios de los vientos, dios viento, como un deseo y una petición de buenos vientos por venir. Para todos. Vientos que auguren un buen regreso a Itaca, aunque hacia ella el viaje fue tormentoso, vientos que traigan dulces cambios en la dirección que el alma los requiere, vientos que refresquen aquello que necesita ser refrescado… Pero pedir por vientos es una cuestión peligrosa. Un refrán popular ya entrado en desuso tenía a bien decir: “siembra vientos… y cosecharás tempestades”… Y pocas veces deseamos tempestades.
En las mejillas de Eolo se esconde el aire, que a veces es brisa suave y otras huracán. Se esconden consecuencias.
Hablando ahora en términos de papel, pedirle a una hoja (cuadrada como siempre) que oculte en sí vientos, barcas y mares no es una tarea simple… O quizás pedirlo sea simple, lo difícil sea conseguirlo. ¿Cómo puede representarse el viento? ¿Cómo ver aquello que es invisible? He encontrado en este modelo una respuesta que suelo odiar: viendo las consecuencias, no las causas. Pero en este caso por la vía de descubrir los resultados pueden imaginarse los motivos. Un oleaje tímido, una onda se desplaza sobre la superficie del papel permitiendo al espectador imaginar el viento que sale. Los cachetes del modelo (aunque sin boca que lo acompañen) guardan vientos que envían lejos aquella barca (si, lo sé, también podría leerse que en vez de enviar atraen, y que lejos y cerca siempre dependen del lugar en que uno se encuentra.) Las mejillas de Eolo cargan en sí los vientos que impulsan el modelo hacia otros mundos. Vientos de cambio, como los del origami.
Este modelo, aunque realizado en papel, en una sola hoja cuadrada y sin cortes, esta lejos de ser lo que se denomina origami tradicional. Aunque es posible “estandarizar” el modelo y obtener mediciones exactas para cada punto, para cada ola, confieso que no he usado ninguna. La confesión no es extraña, lo sé, porque quienes me conocen saben que mis modelos rara vez obedecen a puntos y medidas exactas. El barco se encuentra donde quiso estar, y las olas donde a bien tuvo el viento llevarlas. Otro tipo de modelos, otro origami, otra forma de decir más cercana a la escultura, pero aún y sin ninguna duda: Papel Plegado.
Por ahora solo me queda desear a los lectores: “buen viento, y buena mar”
2 comentarios :
Querido Daniel,
Hace días que me dije a mí misma, que tenía que leer tu blog, se me han pasado los días y ahora es que vengo aquí, ya sabes, me pierdo en otras cosas y en mis soledades, y descuido a tu sensible alma, ¿me perdonarás? =O)).
Dejáme decirte que las máscaras están geniales. La que más me ha gustado es el conjunto de 4 rostros, tiene un toque muy Gaudiano, y salpicado de esencia de Dalí, al menos para mí.
Ésta nueva que presentas, es deliciosa, y agradezco que seas transgresor, o lo que se dice poco ortodoxo en la técnica de tus creaciones, los puristas por este comentario me mataran, pero creo que el arte siempre busca nuevos caminos, y nuevas vías de escape, probar nuevas formas y alternativas. Hace poco leí la biografía de Jackson Pollock, y la gente a su alrededor se maravillava de sus creaciones, otros se horrorizaban por el simple hecho de que nunca usó un pincel en sus lienzos, y nunca utilizó un atril para pintar, pegaba los lienzos en el suelo, y en las paredes, mezclaba colores a su antojo, y a veces texturas.
Era bueno en su estilo, pero muy sensible a la critica.
Te cuento esto por una de tus entradas anteriores, y te pregunto:
Dónde quedó aquello que escuchabas tu propia voz, haz lo que sienta tu espíritu, y que no se solapen con otras voces, que a veces se agradecen oirlas, también hay que reconocerlo, pero que sea la tuya la más fuerte.
Perdona que te haya dicho tantas cosas mezcladas, en este espacio tan reducido, yo también en eso soy transgresora.
Tu nueva creación me baila por la cabeza, porque creo haber visto un cuadro parecido, o quizás es que los dos hemos tenido el mismo sueño onírico =O)).
Un beso cielo, y que tu creatividad siga llegando a buen puerto.
Raquel
Hola Raquel.
Transgresora como estás obligas a que siga yo transgrediendo, y respondiendo a tantas cosas que comentas.
Lo primero, gracias por el comentario sobre los 4 rostros, un modelo que me encanta y de cuál creo que valdría la pena hablar con calma. (Se merece una entrada el pobre)
Sobre este viento del que hablas he de dar las gracias en especial, al tiempo que confieso que es un modelo que me ha enamorado por completo. Tienes la tarea de buscar de nuevo de donde ha estado aquel cuadro que viste, o por lo menos aquel cuadro que recorrió tu memoria con esa imágen..
Y, por último... Pollock... Yo, en lo personal, odio los cuadros de Pollock (aunque tengo uno de sus links http://www.jacksonpollock.org/) Pero a pesar de que no me gusten sus cuadros me parece un artista impresionante, con el cual he sentido muchos parecidos. A mi también me duele la crítica, ausente la mayoría de las veces, y me atacan soledades y amores a un mismo tiempo... Aquello de escuchar la voz propia es más difícil cada día, pero al mismo tiempo más claro. Los modelos que más quiero son aquellos en los que mi habla me grita, son los únicos que siento que tienen arte en ellos. Algún día lograré que esa voz resuene con la fuerza suficiente, pero mientras, las dudas siguen surgiendo. Pero el viento las despeja (o al menos trata)
Un abrazo, y gracias por escribir
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