Quisiera comenzar esta entrada de una vez, sin dar vueltas al asunto. Pero no puedo hablar sobre el mito si antes los lectores no lo conocen. Así que los invito a que lo conozcan una vez.
Algo de mágico tiene el mito de Belerofonte. No sé si sea anterior o posterior al mito de Ícaro, pero con él conserva una semejanza fundamental: la caída...
A mis ojos, quizás lo poético del mito no es solo la juventud del guerrero, o la forma de morir de quimera (muerta por el fuego que sale de su propia boca). No es tampoco el hecho de que el nombre que tenga el protagonista le es dado por la muerte de su hermano (hermosa figura ésa en la que el nombre que llevamos es el que nos han dado nuestros actos). Lo poético es la el destino posterior a la caída. La añoranza de glorias pasadas. Pasa su vida recordando otros tiempos, tiempos de héroes y de luchas.
Ése es, quizás, el problema que traen las quimeras. Alcanzarlas llena el alma orgullos y en algunos casos de arrogancias, y casi siempre, con las últimas vienen las derrotas y tras ellas la añoranza de recuerdos de tiempos pasados. Añoranza por el camino recorrido.
Ésa es, para mí, la figura más hermosa del texto, la de la añoranza del camino recorrido, de la búsqueda realizada. Ese placer de la búsqueda es, según dicen, mayor que el de la consecución. Dicen que algo así sienten los artistas, que el placer está en el proceso de la obra, no en la pieza terminada. Dicen también que el placer del seductor es precisamente la seducción, no el acto posterior a haber seducido. Los astronautas que llegaron a la luna vivieron el resto de su vida en depresión (puede ser que hubieran terminado enamorados de la luna sin saberlo). Yo no lo sé de cierto, pero supongo que todos aquellos decires pueden tener razón.
Puedo decir también que siempre he soñado con quimeras. No con las del mito, sino con la modernas, con esas que son propias (o de dos), con esas que nadie comparte y que sabemos que no sabemos como conseguir. Y puedo decir también que no soy el único que con quimeras sueña. Mujeres y hombre guardan en los bolsillos de su memoria sueños por cumplir. Sueños que los demás desconocen, sueños que tememos soñar porque no sabemos como han de realizarse, o que haríamos si se realizaran.
El tema de Belerofonte ha sido poco tratado en el origami. Probablemente se deba al alto grado de complejidad técnica que requiera poner a un hombre a lomos de un Pegaso, o quizás a que aún no tenemos una quimera digna de ser enfrentada. Me inclino más por la segunda razón que por la primera.
El modelo que presento, a decir verdad, no es uno de mis favoritos. Lo pliego como un ejercicio técnico, modificando el anterior hombre a caballo. Solo recuerdo el mismo tema con el guerrero sobre pegaso de Miyajima, un modelo hermoso, especialmente para quienes gustan de resolver cps.
Para aquellos que gusten del Belerofonte que presento queda pendiente la tarea de plegar una quimera que pueda enfrentarse (de hecho solo conozco una quimera en papel, del italiano Luca Vitagliano.) Y para aquellos que sepan que pueden hacer uno mejor queda la responsabilidad de plegarlo.
Solo recomiendo, a unos y a otros, que busquen el modelo con cuidado, que puede volverse tan peligroso como perseguir una quimera.
Algo de mágico tiene el mito de Belerofonte. No sé si sea anterior o posterior al mito de Ícaro, pero con él conserva una semejanza fundamental: la caída...
A mis ojos, quizás lo poético del mito no es solo la juventud del guerrero, o la forma de morir de quimera (muerta por el fuego que sale de su propia boca). No es tampoco el hecho de que el nombre que tenga el protagonista le es dado por la muerte de su hermano (hermosa figura ésa en la que el nombre que llevamos es el que nos han dado nuestros actos). Lo poético es la el destino posterior a la caída. La añoranza de glorias pasadas. Pasa su vida recordando otros tiempos, tiempos de héroes y de luchas.
Ése es, quizás, el problema que traen las quimeras. Alcanzarlas llena el alma orgullos y en algunos casos de arrogancias, y casi siempre, con las últimas vienen las derrotas y tras ellas la añoranza de recuerdos de tiempos pasados. Añoranza por el camino recorrido.
Ésa es, para mí, la figura más hermosa del texto, la de la añoranza del camino recorrido, de la búsqueda realizada. Ese placer de la búsqueda es, según dicen, mayor que el de la consecución. Dicen que algo así sienten los artistas, que el placer está en el proceso de la obra, no en la pieza terminada. Dicen también que el placer del seductor es precisamente la seducción, no el acto posterior a haber seducido. Los astronautas que llegaron a la luna vivieron el resto de su vida en depresión (puede ser que hubieran terminado enamorados de la luna sin saberlo). Yo no lo sé de cierto, pero supongo que todos aquellos decires pueden tener razón.
Puedo decir también que siempre he soñado con quimeras. No con las del mito, sino con la modernas, con esas que son propias (o de dos), con esas que nadie comparte y que sabemos que no sabemos como conseguir. Y puedo decir también que no soy el único que con quimeras sueña. Mujeres y hombre guardan en los bolsillos de su memoria sueños por cumplir. Sueños que los demás desconocen, sueños que tememos soñar porque no sabemos como han de realizarse, o que haríamos si se realizaran.
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El tema de Belerofonte ha sido poco tratado en el origami. Probablemente se deba al alto grado de complejidad técnica que requiera poner a un hombre a lomos de un Pegaso, o quizás a que aún no tenemos una quimera digna de ser enfrentada. Me inclino más por la segunda razón que por la primera.
El modelo que presento, a decir verdad, no es uno de mis favoritos. Lo pliego como un ejercicio técnico, modificando el anterior hombre a caballo. Solo recuerdo el mismo tema con el guerrero sobre pegaso de Miyajima, un modelo hermoso, especialmente para quienes gustan de resolver cps.
Para aquellos que gusten del Belerofonte que presento queda pendiente la tarea de plegar una quimera que pueda enfrentarse (de hecho solo conozco una quimera en papel, del italiano Luca Vitagliano.) Y para aquellos que sepan que pueden hacer uno mejor queda la responsabilidad de plegarlo.
Solo recomiendo, a unos y a otros, que busquen el modelo con cuidado, que puede volverse tan peligroso como perseguir una quimera.
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