miércoles, diciembre 21, 2011

Papel, piel y palabra (actualización)


Al fin.

Más que una promesa, más que un sueño en pequeño que se cumple, más que un simple libro.

Después de dos años de trabajo, "Papel, piel y Palabra", sale a la venta: Ya he recibido los primeros 25 libros. Ha sido una autoedición de 50 libros (no 100 como inicialmente tenía planeado) 

El precio del libro es de cop: $107,300 (55 dólares)sin incluir gastos de envío. Y, aunque suene extraño, el precio de venta no es nada lejano al costo de producción del mismo. Pero descubrirán que los vale cuando vean el libro. El papel es de alto gramaje, lo que genera una impresión sumamente hermosa. Es un libro que provoca ser expuesto, ser cuidado, ser leído, ser plegado.

Considerando los altos costos que los gastos de envío puede significar para diversos países del mundo, les propongo a los interesados del exterior realizar envíos "consolidados", de forma que a todos los de un sólo país se les envíe el libro en un sólo paquete o similar. Pero, por supuesto, queda a su elección.

Cada uno de estos libros irá firmado y numerado, para que no quede ninguna duda de que lo que tienen es "un libro de colección."

Por ahora, dudo mucho que se realice una nueva edición impresa del libro, dados los costos que esto implica. Más probable es una edición digital (similar al regalo que les he enviado) en uno o dos años. Así que vale la pena tener el libro.

Pueden hacer sus pedidos en mi correo electrónico, simplemente dando click aquí

Papel, Piel y Palabra

El libro al fin

jueves, diciembre 15, 2011

El regalo prometido

Hace unas semanas comenzó la historia del secreto de Papel, Piel y Palabra. A quienes manifestaron su interés, y debido al tiempo de espera, prometí realizarles un regalo. Y es el momento de cumplir con, placer, con dicho compromiso.

Para hacerlo, quiero pedirles a todos aquellos que participaron, que me envíen su correo electrónico, para poder realizar el correspondiente envío. Simplemente, escriban un correo aquí.

Los espero!!!

lunes, diciembre 12, 2011

Los colores y el oso

Años atrás todos los animales eran blancos, de formas y tamaños diferentes, pero todos del mismo color.

Fue entonces cuando un dios ligeramente aburrido de tanta monotonía decidió hacer un reparto de pinceladas entre los animales. Pero justo ese día, el oso blanco se quedó dormido así que el pobre nunca consiguió llenarse de color.

Cansado de las burlas y de la vanidad del resto de los animales que gustaban exhibirse como si de pavos reales se trataran, decidió irse al norte, donde podría vivir en paz.  Su alma de oso no estaba para conflictos. 

Desde entonces vive en soledad, esperando cada noche el encuentro de la aurora boreal que cae sobre él pintando su pelaje. Entonces se mira de colores, y vuelve a lanzarse al agua.

No vaya a ser que se le suba la vanidad y se le tinture el alma, que bien sabe el que lo que importa es el blanco del espíritu más que el blanco de la piel.

domingo, diciembre 04, 2011

¿Cómo muere un árbol?

Esta semana me ha sorprendido a mi mismo pensando en cómo ha de morir un árbol. Respuesta trivial, dirán algunos. Hay árboles que mueren cortados, serrados en su tronco. Algunos en nombre del progreso, otros en nombre de la indolencia, y otros simplemente en nombre del dinero. Otros cuentan con un destino más poético y mueren de pie, como solía decir Casona. Pero, aunque poética, su muerte no deja de ser una muerte más.

No todas aquellas muertes que ocurren de pie son exactamente iguales. Algunas pueden verse desde lejos, se va notando en aquella piel ajada por los años, se va viendo en los colores cada vez más extraños. Algunos árboles se mueren desde adentro, se van llenando de agua ha tal punto que se ahogan en sus propias lágrimas, metáfora, quizás, de una vida en la que nunca pudieron llorar lo suficiente. Otros árboles en cambio se van quedando secos, se olvidan incluso de dar los frutos que en el pasado solían dar. o quizá   se cansen de darlos, de darse en ellos.

Hay árboles que mueren en silencio, sin nadie que los escuche. Algunos se desploman una centena de años mas tarde, cuando todos aquellos que conocían ya han muerto tiempo atrás. Esos han de ser los más solitarios. Otros árboles parece que viven por siempre. Se cuenta de secuoyas que han vivido cinco mil años, y de algunos otros árboles que han llegado a vivir diez mil. Me pregunto si también ellos esperarán la muerte, o si se habrán ya cansado de esperarla.

Hay árboles que mueren entre gritos. En medio de la selva, o quizás del bosque. No hay nadie que escuche sus gritos, y sin embargo, todos al rededor escuchan su caída.

El problema de sorprenderme con preguntas como estas, es que nunca vienen solas. Y entonces me sorprendo de nuevo cambiando la pregunta... ¿Y si fuera árbol, cómo habría de morir?

¿Y si fuéramos árboles, cómo habríamos de vivir?