jueves, febrero 15, 2007

Sigo pensando

A ver. Últimamente me sorprende lo amplias que se están volviendo estas soledades. Un día me da por hablar de lo que vale un blog, y al otro por preguntar sobre por qué motivo escriben los nuevos bloggers, al siguiente me da por poner un cuento, y a futuro ya ni sé con que variedad saldré.

Va pues una confesión de paso, para que entiendan que pasa: Estoy pensando ser infiel a estas Soledades.

No sé si abandonarlas, no creo, pero es que a veces me da por contar cosas que no caben en este blog, y que quisiera dejar plasmadas. Lo vengo pensando hace meses, pero como saben algunos, montar un blog es lo más fácil del mundo, otra cosa es mantenerlo. Y como el tiempo no da para mantener otro blog, resulta que a estas pobres soledades les ha tocado aguantar estoicamente entradas que poco tienen de papel. Además, eso de tener una doble vida cuando uno ya mantiene 15 diferentes puede resultar agotador por no decir que imposible. Pero no iba a hablar de eso en esta entrada, sino que iba a dar cierre al tema que toqué dos entradas atrás, del cual no tengo aún respuesta: ¿Qué pasa con la invasión de bloggers?

Resulta que emejota ha puesto una entrada debido a un texto que le envió Barbarita, quien a su vez lo ha recibido de Álvaro Ramirez, quien fué comentado por Victor Solano, aunque el origen de la idea lo saca de Iria Puyosa quien, a su vez lo recibió de hlp que probablemente lo sacó de otro lugar que no logré rastrear. De hecho, yo no conozco a hlp, ni a Iria, ni a Álvaro, ni a Barbarita, ni a a emejota. Bueno, miento. A emejota lo conozco desde hace un año (si puede decirse que conocer es leer día a día lo que otro escribe), y a Victor resulta que tangencialmente lo conozco, porque es uno de los mejores bloggers de Colombia, asi que algo de él he leído (mira que es pequeño el mundo).
Además de parecerme un ejercicio de introspección muy interesante, algunas de las preguntas que aparecieron podrían ayudar a cerrar perfectamente el tema que planteé la pasada vez. Pregunto de nuevo entonces, esperando de nuevo respondan:

1. ¿Por qué comenzaste a escribir un blog?

2. ¿Sobre qué temas escribes? ¿Por qué?

3. Si la gente dejara de leerte y comentar, ¿seguirías escribiendo?

4. ¿Crees que al escribir un blog debe seguirse algún tipo de ética?

La entrevista sigue con 4 preguntas más, que no son las cruciales en este momento. De todos modos pueden verlas en las correspondientes entradas de emejota, Barbarita, Álvaro Ramirez, Victor Solano, Iria Puyosa, hlp y otros más que en ya deben haber respondido....

A ver si con eso logramos entender algo más del tema que, por ahora, doy por terminado.
Ah!, y si por casualidad han llegado a esta entrada que nada de papel tiene en ella y les parece interesante, los invito a que respondan la encuesta (ojalá completa) y a que den un paseo por estas soledades.

Un saludo por lector

lunes, febrero 12, 2007

Querube

Se llamaba Serafín, de lo bonito que era. Los muslos gruesos solo provocaban agarrarlo, su cabello limpiamente se veía caer en su espalda. Los brazos, esos que parecían redonditos y hechos de nube, generaban entre las mujeres deseos de abrazos y de serafines propios. Era bonito siendo niño, pero cuando fue creciendo la hermosura se fue quedando anclada a los recuerdos de la infancia y los recuerdos, como todos sabemos son engañosos. Era gordo, eso sí, con una gordura que cuando niño generaba ternura y que ahora grande generaba dudas. ¿Será que los ángeles pueden acaso embarazarse?

Casos se han visto de vírgenes que tienen hijos, o de mujeres a quienes las aves desean, bien sean éstas (las aves, no las mujeres) palomas o cisnes. La madre de Serafín se llamaba Paloma, y esa casualidad podía explicar que se tratara de un milagro… El problema de Serafín era que, a todas luces, no hacía milagros, ni de los reales ni de los de consolación. Ya con los años descubrió que el milagro de sus brazos de nube no funcionaba con las mujeres que al verlo no sentían deseos de abrazos ni muchos menos de serafines propios.

Un día le dio por ponerse viejo, como nos da por ponernos viejos a todos.

Descubrió que no le gustaba trabajar los domingos, y que las alas se le habían encogido un poco o la panza se le había hinchado de más, una de dos. Descubrió que le gustaban las ropas holgadas, que cuando volaba parecían darle ondas en las piernas. Y descubrió también que estaba viejo. No era más que la caricatura de lo que fue siendo pequeño. De Serafín no quedaba más que el nombre y ese par de alas que de cielo eran.

Serafín murió de viejo, que de viejos se mueren hasta los ángeles cuando caen en el olvido. Pero justo antes de morir le dio por darle una vuelta al cielo, a ver si era verdad que los querubes habían, años atrás, perdido a un niño que se llamaba Serafín de lo bonito que era.

***




Casi nunca cuento historias. Puede ser porque las historias que escribo las cuento en otros escenarios que no son digitales, o puede ser también porque ya casi nunca escribo cuentos. Mucho menos he de contar cuentos en un blog que de papel habla. Pero quizás, algún día lo haré de nuevo, contando cuentos de mariposas enamoradas de su nombre o de mujeres que se mueren de hermosura.

Contar cuentos que vinculen modelos no es algo nuevo, aunque no es algo muy común. En estos tiempos digitales Alejandro Dueñas hace eso en casi todas sus entradas y Elerth Leiva en algunas otras (aunque debo confesar que en ambos casos algunos cuentos los entiendo, y otros simplemente permanecen en lo incomprendido). En tiempos de lápiz y papel también lo hizo Caboblanco o lo ilustró Riglos con la hermosa historia del naufragio de un barquito de papel.

Yo, normalmente, no cuento cuentos que acompañen los modelos. Siempre he pensado que es mejor que cada modelo hable por si mismo, pero hoy me ha atacado un serafín que algo quería decir. No se que (porque debo confesar que algunas veces lo entiendo y otras no), pero algo quería decir…


miércoles, febrero 07, 2007

Una para pensar

Vivimos una invasión de blogs. Es lógico, estamos en la época de la web 2.0, donde todos tenemos voz, donde todos tenemos algo para decir. Es lógico, porque además estamos en la época en la que más solos nos sentimos (tanto que buscamos a personas a cientos de kilómetros para que nos hagan compañía a solo un clic de distancia).

Vivimos una invasión de nuevos creadores. Lógico, todos queremos ocupar un pequeño espacio en el olimpo de los grandes origamistas (como semihéroes claro está, porque los dioses ya están elegidos). Es lógico, además, porque es un logro del que nos sentimos orgullosos, dar forma con las manos a lo que creamos.

Yo viví los dos fenómenos. Fui uno de los primeros blogger sobre origami en español (de hecho, creo fui el primero). Viví además la búsqueda por aprobación desde el primer modelo que creé, la búsqueda del momento en que todos los origamistas que, a mi juicio, tenían una categoría olímpica me dijeran que era invitado a beber de la ambrosía de los dioses.

Hoy miro atrás, y descubro que no vale la pena. Ni lo uno ni lo otro. Los sitiales en los panteones no los dan los dioses. Son las hazañas de los propios héroes las que permiten llegar a esos sitiales. El camino que debe recorrerse es el propio, no el de las complacencias…

Estas dos situaciones (invasión de blogs e invasión de nuevos “creadores”) me hacen pensar algo que espero puedan ayudarme a responder.

Por un lado, y con relación a tantos nuevos creadores:
  • ¿Qué está ocurriendo con nosotros, que creemos que con el primer modelo que creamos merecemos el reconocimiento del mundo? ¿Acaso es creador el que inventa su primer modelo?

Sobre la otra cuestión, la del exceso de bloggers, me pregunto dos cosas, una para aquellos viejos y una para los nuevos:
  • Para los jóvenes bloggers: ¿Qué es lo que están escribiendo, que parece que no aportan nada más que palabras vacías y que escasamente tienen sentido para el escritor?
  • Y para los viejos: ¿Será acaso que leen buscando entender (o aprender de) lo que dicen los otros, cuando la idea no es entender sino “algo más”? (En ese “algo más” es necesario colocar una palabra que desconozco, y que espero los jóvenes puedan colocar.)
A jóvenes y a viejos, a lectores y escritores, a creadores y a aquellos que simplemente gustan de mirar, les pido que me ayuden a solucionar las dudas. Probablemente no existan respuestas únicas sino un montón de puntos de vista que quisiera conocer.

Saludos a todos.

domingo, febrero 04, 2007

Interpretación

¿Lo recuerdas? Un día tuvimos memoria.


Hoy en día, somos seres sin memoria, sin recuerdo. La modernidad nos ha llevado al olvido de lo que fuimos y de lo que somos, y probablemente al olvido de lo que seremos. Es posible que se deba al exceso de información que tenemos día a día, que nos impide recordar todo lo que aprendemos. Es posible que sea debido a que ya no tenemos que aprender, confiados en los gigas que ofrece el disco duro, o en la memoria que ahora llevamos en el bolsillo. Pero sea cual sea el motivo, cada día prestamos menos atención a la memoria.

Ese olvido permanente nos lleva a injusticias que rara vez solucionamos, a omisiones que desconocemos. Pocos saben que al plegar a Montroll o a Komatsu están recordando a Kawahata, o que el elefante de Kamiya usa lo encontrado por Kawahata, que a su vez usaba lo encontrado por Yoshizawa. Pocos saben que al plegar a Joisel recuerdan a Elías. Y es una lástima, porque resulta fascinante recordar a los maestros, sobretodo en un arte tan nuevo como el nuestro. Llevamos menos de 100 años con un arte de papel, así que mucho puede haberse olvidado (e ignorado) en el camino. Joisel, por ejemplo, realizó ese recordar con cierta frecuencia: uno de sus más hermosos perros es simplemente una versión moderna de un modelo tradicional, muchos de sus rostros iniciales no son sino nuevas versiones de lo señalado por Elías. En mi caso, el recordar a los maestros no ha sido una labor sistemática, aunque sí una labor más o menos frecuente. A raíz de un comentario sobre un modelo clásico de Cerceda que olvidé mencionar en los antecesores del jinete a caballo he retomado uno de sus libros. En éste, encontré su “ave número 4”, un modelo simple que resulta poco detallado para un origamista que creó algunas de las palomas más bellas que he visto. El modelo, debo confesar, me ha parecido bastante “primario” (no olvidemos que observar desde el presente hacia el pasado sin mediar por el contexto suele generar subvaloraciones de lo observado). Me he decidido a plegarlo, y a medio camino he encontrado el ave propia que deseaba fluir. Nace entonces este cisne.




Robar modelos de otros suele ser un acto descarado y abusivo, que con frecuencia realizan los artistas. Los amigos artistas de Picasso escondían sus obras cuando veían que éste se acercaba. Picasso, buen ladrón, simplemente veía aquellas obras y luego regresaba a su estudio y las pintaba. Tristemente, rara vez dio el crédito a sus amigos (en parte debido a una cuestión del tiempo en que se realizaban las obras, en el cual reconocer influencias podía llegar a ser mal visto). Aún hoy en día, pareciera para muchos que plegar basándose en lo que otros han hecho es algo malo. En realidad, lo único mal visto es no dar el debido reconocimiento a aquellos de quienes tomamos las ideas.