A mí, lo que me gusta del cementerio no es la cantidad de personas ilustres que yacen olvidadas, sino el arte que vive en él. Hace 100 años, San Pedro era el cementerio de los ricos, así que hermosas esculturas de gustos exquisitos adornan cada parte, cada rincón. Un ángel silencioso pide al visitante que guarde sus palabras, y otro, vigilante, empuña una espada que no debiera ser blandida. Tres mujeres caminan llorando sobre uno de los mausoleos, y una más, desconsolada, llora sobre la tumba de su hijo. Hoy, San Pedro, es en cierta medida el cementerio de los pobres. Resulta encantador entonces descubrir como en las tumbas más recientes el arte a dejado paso a nuevas manifestaciones también cargadas de significado. Ahora sobre las tumbas se colocan imágenes de equipos de futbol, se decora con pintura y con fotos, con muñequitos de plástico, con carritos de metal.
Pero hoy quiero seguir hablando de lo viejo, del arte de hace cien años. Las esculturas del cementerio cuentan, cada una, una historia distinta. Historias de dolores que la mayoría de las veces son más homenaje a la muerte que a la vida. Historias de quienes dejan dolores con sus partidas. Por ejemplo, aunque suene extraño, he de jurar que cada vez que veo a esa mujer tendida sobre la tumba de su amado tengo un irrefrenable deseo de consolarla.
Conocí San Pedro hace años, y desde eso me gusta visitarlo cada cierto tiempo. Me gusta el arte de Marco Tobón Mejía que se ve en diversos lugares, la Pieta que sigue siendo dolorosa y, en fin, tantas y tantas obras más. Esta última visita, sin embargo, ha resultado nueva. Vi por primera vez los bajo relieve con el detalle necesario para entender que no logro entenderlos bien. Quisiera lograr que ellos nacieran del papel, pero no logro entender cómo hacer para que surjan sin necesidad de esconder toneladas de papel.
Y aunque el tema no es de aquellos que puedan verse en el cementerio, sobra decir que el arte en él ha sido camino que ayuda a dejarla fluir. Que las curvas de este modelo, bajo relieve, sirvan para salir de este bajo perfil que llevo los últimos meses.
Na semana passada visitei um dos lugares que mais amo em Medellín, o Museu Cemitério de San Pedro.È um lugar muito bonito que recomendo a todos os turistas, mas, sobre todo aos moradores de Medellín que não sabem o que pode encontrar-se no museu. Perdidos, presos entre centos de lapides o visitante pode encontrar uma arqueologia da sociedade antioqueña, e uma cronologia de personagens ilustres. Pode se encontrar por exemplo, o túmulo de Pedro Nel Gómez, muralista de excepcionais dotes, el fundador del periódico que fuera el más importante del país. También un en donde antes se encontraba la tumba de Gardel (em cujo túmulo mural nenhum se encontra), ou a de Jorge Isaac, autor da novela mais importante do Valle Del Cauca, quem pediu ser enterrado em Medellín. Encontra-se também o túmulo de Efe Gómez, engenheiro e poeta, ou o de Fidel Cano, fundador do jornal que fora o mais importante do pais. Também há um monumento onde antes se encontrava o túmulo de Gardel (se bem não se sabe ao certo onde nasceu Gardel, sabe-se, que foi em Medellín que deixo a sua voz).
O que eu gosto do cemitério não é a quantidade de pessoas ilustres que jazem esquecidas, senão a arte que neles mora. Há cem anos, San Pedro foi o cemitério dos ricos, razão pela qual formosas esculturas de refinado gosto, enfeitam cada parte, cada canto. Um anjo silencioso pede ao visitante que guarde suas palavras, e outro, vigilante, empunha uma espada que não devera ser brandida. Três mulheres caminham chorando sobre um dos mausoléus, e mais uma, desconsolada, chora sobre o tumulo de seu filho. Hoje, San Pedro é em certa medida o cemitério dos pobres. Resulta encantador então descobrir como nos túmulos mais recentes a arte há deixado passo a novas manifestações também carregadas de significado. Agora sobre os túmulos colocam-se imagens de times de futebol, decora-se com pintura e com fotos, com bonequinhos de plástico, com carrinhos de metal.
Mas hoje quero continuar falando do velho, da arte de cem anos atrás. As esculturas do cemitério contam, cada uma, uma historia diferente. Historias das dores que na maioria das vezes são mais uma homenagem à morte do que à vida. Historias dos que deixam dores com suas partidas. Por exemplo, porem possa parecer estranho, hei de jurar que cada vez que vejo àquela mulher deitada sobre o túmulo do amado tenho um irrefreável desejo de consolá-la
Conheci San Pedro faz anos, e desde então, gosto de visitá-lo cada certo tempo. Gosto da arte de Marco Tobón Mejía que se vê em diversos lugares, a Pieta que segue sendo dolorosa e, em fim, tantas e tantas obras mais. Essa última visita, porem, resulto-me nova. Vi por vez primeira os baixo relevo com o detalhe necessário para entender que não logro entendê-los bem. Quisera lograr que eles nasçam do papel, pero não consigo entender como fazer para que surjam sem a necessidade de esconder toneladas de papel.
Dias antes de ir ao cemitério tentava dobrar um novo modelo que, precisamente, surgia do baixo relevo. Um estudo sobre a forma e o contorno, que já antes tinha feito (1 y 2), pero dessa vez duma forma diferente. Mas nessa ocasião penso que está mais perto do origami (que já são claras as dobras), porem, continua mantendo uma enorme distancia que acho que ainda não tem sido explorada pelos origamistas.
E ainda que o tema não é daqueles que possam ver-se num cemitério, sobra dizer que a arte nele tem sido o caminho que ajuda a deixá-la fluir. Que as curvas deste modelo, baixo relevo, sirvam para sair deste baixo perfil que levo nos últimos meses.
9 comentarios :
EXELENTE, sin más palabras...
Saludos
muchas gracias andrés
un saludo
daniel
Este no es el trabajo que uno normalmente ve de el señor Daniel Naranjo!
No ha perdido la poesia en sus palabras, pero uno siempre ha visto de usted trabajos mas elaborados, esta figura es de un origami mas conceptual tal vez?
Lo mas importante es saber que alli esta, que va a volver a plegar y no hay mas ausencia!
Lo que más me gusta del arte del señor Naranjo es precisamente el que sus obras se alejan de lo convencional y se acercan más a ideas conceptuales.
Me gustan las figuras "normales", pero las suyas van un paso más allá.
Puede expresar lo mismo que un pintor sin necesidad de pinturas.
Saludos.
oru-kamy, me alegra mucho tu comentario, pues me ha llevado a una pregunta interesante: ¿Cuál es el trabajo típico del señor Naranjo?
Un saludo
daniel
Juanjo, tocas un punto interesante: "Puede expresar lo mismo que un pintor sin necesidad de pinturas"
De hecho, gran parte del silencio de estos meses se ha debido a que siento que no tengo herramientas para expresar. Y eso también le ha pasado a algunos pintores (dicen...)
Un abrazo
daniel
bueno pues gracias al silencio y a esa busqueda de herramientas, nacio algo muy bueno.
ya era justo para tus lectores
:)
Pues, señor fiel observador, muchas gracias por haber seguido aquí, observando.
Este fín de semana habrá una entrada más, que ya está metiéndose en el horno...
un saludo
daniel
feliz regreso dondaniel, aunque sabemos perfectamente que nunca te habias ido, y oh sorpresa abro hoy y ya encuentro otra entrada. Deben ser las exageraciones del mes de diciembre.
Un abraço
Untalgregorio
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